Tuesday, September 21, 2010

CON LA LEY DE LA SELVA OTRA VEZ AD PORTAS

CON LA LEY DE LA SELVA OTRA VEZ AD PORTAS

Claudio Vásquez L. Dirigente del PPD

Una condición esencial para que opere una democracia moderna, es el derecho de los ciudadanos a estar bien informados de los actos y obras que lleva a cabo el gobierno elegido por ellos. Este derecho constituye, desde el punto de vista de un gobierno democrático, una obligación básica pues permite a quienes lo eligieron, poder evaluar fundadamente las acciones gubernamentales, y así en elecciones posteriores favorecer o rechazar a las fuerzas políticas que sustentan a los gobernantes de turno.

Sin embargo, no todos los sectores políticos nacionales han entendido lo que significa en una democracia esta dimensión del derecho a la información, como lo demuestra la reacción histérica que tuvieron los directivos políticos de la Alianza, ante el anuncio de la creación por el Gobierno, de un periódico de circulación semanal, destinado a mostrar las obras que se están realizando en beneficio del país. La interrogante que surge es por qué la coalición opositora actuó de esa manera. La respuesta es evidente. A la derecha opositora no le conviene que se difunda dicha obra, ya que la ve contraria a sus expectativas de ganar la presidencia del país, en las próximas elecciones. La derecha quiere continuar con la ley de la selva en lo que a información mediática se refiere, porque finalmente son ellos los ganadores netos en esta desigual contienda.

El senador y presidente de la UDI, Hernán Larrain, a propósito de las interpelaciones a los ministros, nos informa públicamente que “la idea es tener una o más interpelaciones al mes, no una cada seis meses”. Interpelemos, interpelemos, porque esta es la forma más simple de tener prensa adicta a diario, sin importar los contenidos. No les importa con ello banalizar las instituciones constitucionales, reduciéndolas a meras caricaturas, como sucedió en la época de Pinochet, práctica que, lógicamente, repetirán si ganaran las próximas elecciones presidenciales.

En otras palabras, la estrategia de la derecha consiste en mantener a la ciudadanía en un estado de desinformación sobre las obras que realiza el Gobierno de la Presidenta Bachelet, ya que ésta sería, a su juicio, la única estrategia que le permitiría aumenta sus probabilidades de ganar las próximas elecciones.

La desinformación es realizada mediante una estrategia que corre, hasta el momento, por tres avenidas. Por una parte, se han dedicado con ahínco, a través de los medios de comunicación que controlan, a no mostrar lo que el Gobierno hace y los beneficios que traerá para el bienestar colectivo. Sólo se recalcan los aspectos deficitarios de las obras o los conflictos que algunas inevitablemente traen consigo. Lógicamente que las soluciones a estos problemas no se informan con el mismo énfasis con que se publicitó la dificultad original. Por otra, no han escatimado esfuerzos para llenar las páginas de los medios que controlan, con hechos propios de la crónica roja, como si fuera lo único relevante que estuviera sucediendo en el país. Finalmente, han inundado los medios, especialmente la televisión, con programas farandulescos, de poca monta, vulgares hasta la saciedad, diseñados pensando en una audiencia afectada por profundos grados de retardo mental, de sexopatía, o de ambos.

Si es a través de la desinformación que se pretende derrotar a la Concertación, ello implica que la estrategia diseñada descansa en un acto inmoral, porque una de las formas que asume la violación del derecho a estar informado es la desinformación. Con ella se niega la condición de sujeto moral a la ciudadanía y se carcome peligrosamente la aún imperfecta institucionalidad democrática, que se ha logrado construir durante los gobiernos concertacionistas. Si proyectamos esta estrategia a lo que significaría el gobierno de la Alianza, no es aventurado concluir que para él la democracia tendría poco valor- o ninguno- lo que abriría un período de permanente zozobra institucional para Chile, con todas las consecuencias negativas que tal situación traería, tanto en el plano interno como internacional, ya que lo que ha reemplazado a los regímenes democráticos en la época actual son los despotismos, cuyo fundamento es el imperio de la ley del más fuerte.

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