Thursday, June 23, 2011

El Miedo en Chile y la Ceguera de las Elites



Si revisamos las encuestas realizadas en los últimos años veremos que los chilenos estamos llenos de temores, amplificados hoy día por las secuelas del terremoto y por la incertidumbre que depara las políticas del gobierno de los empresarios.

Perder el empleo, la vivienda, una vejez sin protección social, la delincuencia ordinaria y la de cuello y corbata - caso La Polar-, los emigrantes del Cono Sur, no tener acceso a una educación digna para nuestros hijos, etc. Las parejas jóvenes no se atreven a tener hijos por causa de los miedos que acosan a nuestra sociedad.
El miedo en Chile tiene dos componentes: por un lado, miedo concreto a perder el trabajo, y por el otro, el miedo más general que es expresión de la precariedad con que enfrentamos esta sociedad global.
Hoy, el mundo es fuente de peligro: el calentamiento global, la crisis de la economía mundial, de los carburantes, son ejemplos de situaciones que no manejamos y que inciden profundamente en nuestras vidas.
Paolo Virno, filósofo italiano, dice que el miedo por un motivo determinado (perder el trabajo) era algo socialmente gobernable y que ahora, en cambio, en la globalización, las dos cosas son una sola. Es decir, cuando siento un miedo por un peligro concreto siento también mi precariedad y la del mundo como tal.
El Estado ha perdido su capacidad de ser un Estado Nacional que cobija a todos los hijos de la Nación y hoy en la medida que la economía se mundializa, se globaliza, muestra sus profundas disfuncionalidades.
Jurgen Habermas, en su Teoría de la Acción Comunicativa, describe cómo el tipo de organización social y económica que se basaba en el intervencionismo estatal en la economía, la democracia de masas, el Estado de bienestar social, que caracterizó las sociedades occidentales de posguerra, se ha venido al suelo con la globalización y con ello la organización del Estado Social que neutralizaba los conflictos sociales.
El proceso arriba descrito repercute con fuerza inusitada en “países localizados” como el nuestro. Ser local en un mundo globalizado, nos dice Zigmunt Bauman, es señal de penurias y degradación social. En efecto, las elites de los globalizadores son extraterritoriales y abarcan todas las esferas de la producción de ideas, valores y mercancías.
En Chile, este proceso hace emerger un nuevo modo de ser en la esfera pública que se caracteriza por el hecho que el Estado quedó obsoleto, inadecuado. Esto produce inequidades y pérdida de confianza de la ciudadanía en la democracia y sus instituciones. Ya no basta con votar, porque al final de cuentas los políticos hacen lo que quieren y no lo que el voto popular los obliga. El ciudadano en sociedades periféricas como la chilena actual no cuenta.

La falta de representación y la desesperanza en las instituciones establecidas es lo que produce la irrupción masiva de tantas protestas en las calles de nuestro país: Y no –como nos quieren hacer creer Tironi y otros intelectuales de la derecha - que el motivo es que nuestra sociedad está alcanzando los quince mil dólares de ingreso per cápita. Dicen estos “pensadores” que cuando los Estados Unidos estaban en esa etapa (años 60) habían aparecido como fenómeno social los hippies. Menuda teoría buena para dejar tranquilos a los empresarios pero que no expresa la profundidad de la crisis de credibilidad del estatu quo.

¿Qué hacer ante esta situación? El único camino es permitir que los ciudadanos expresen sus singularidades a través de organizaciones propias. El movimiento estudiantil es un ejemplo paradigmático de este proceso nuevo y están emergiendo otros movimientos sociales, al margen y en contradicción con la esfera estatal. Pareciera ser que estamos ante un fenómeno de democracia no representativa, que se abrirá camino con o sin la anuencia de los partidos políticos.
Los partidos políticos hoy por hoy no son fuente de cambio social. Por el contrario, en muchos casos lo limitan, ya que en más de una ocasión actuaron como freno de las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad. Un caso emblemático en este sentido lo encontramos en el movimiento sindical, cuya debilidad fue en muchos casos provocada intencionadamente, con el pretexto de evitar un desborde de demandas de los trabajadores que pusiera en riesgo la estabilidad económica del país.
Ninguna iniciativa de fortalecimiento y democratización de dicho movimiento fue impulsada por los gobiernos concertacionistas con la intensidad requerida para llevarla a cabo exitosamente. Veinte años de gobierno era un período más que suficiente como para haberlo logrado. No hay excusa sobre el punto y cualquiera que se quiera esgrimir, resulta una burla a la inteligencia de los chilenos. ¿Dónde estaban los partidos políticos progresistas que integrábamos la Concertación?

El estilo ciudadano que impulsó la Presidenta Bachelet, durante los primeros meses de su mandato- solo los primeros meses- descolocó a la clase política nacional. No lo entendió y por eso se equivocó al interpretar las señales de rebeldía de la gente, cuando justamente era este nuevo estilo el que alimentaba las bases de la nueva sociedad que hoy está emergiendo para expresar su indignación.

Hemos iniciado una nueva época ciudadana, que se caracteriza por la exigencia de más participación y la búsqueda de nuevos canales de expresión. El Gobierno de Piñera no entiende este cambio y ha tomado el camino equivocado de suplir política por tecnocracia y tecnología. La creencia que “midiendo” las redes sociales bastará para implementar iniciativas paliativas que morigeren la fuerte crítica hacia el gobierno es una muestra palpable de su ceguera.

Si no entendemos que la sociedad globalizada del futuro está llena de inestabilidad y precariedades, estamos dando palos de ciego. Lo que necesitamos es más y mejor educación, seres humanos más comunicados, informados y por lo tanto más socializados.
El futuro puede “estar lleno de promesas, pero también de errores”, nos dice Virno. Para él, la idea de futuro no está garantizada por la idea de progreso, y por eso hay tanto miedo a lo que viene. Por lo mismo, nos dice, hay que intentar hacer algo nuevo aquí y ahora.


Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador

Tuesday, June 14, 2011

INDIGNADO

Santiago 6 de Junio 2011


Por Claudio Vásquez Lazo

Perdí la casa familiar en un remate por deuda a un banco; quedamos mi esposa y nuestros tres hijos en la calle. Ahora tenemos que buscar apremiados por el desalojo pronto algo para arrendar y empezar de nuevo. El mercado es cruel decía el Presidente Aylwin y mucha gente se carcajeaba: Las víctimas “del mercado” no nos reímos para nada, solo lloramos nuestra suerte y maldecimos las leyes que permiten las escandalosas expropiaciones de los bancos y financieras afines.
En estos meses traté de “convencer” al banco que me dejara vender la casa- tenía ofertas que me habrían permitido pagar la deuda y quedarme con un remanente – pero todo fue inútil porque según el ejecutivo bancario es mejor tener pájaro en mano, embargo mediante, que arriesgarse con un cliente que está en DICOM.
Seguramente los que han sufrido la pérdida de su casa en un remate bancario se habrán dado cuenta que existe una vinculación estrecha entre los ejecutivos bancarios, funcionarios judiciales y verdaderas mafias que compran casas a precios ridículos a vista y paciencia del señor juez. ¿UD. No se indignó? Yo sí, pero sé que nadie acudirá en mi auxilio. Nada puedo esperar del Parlamento, porque siempre legislaran a favor del gran capital; hace rato que muchos fueron coaptados por la vía de prebendas de todo tipo. La única manera de terminar con esto es democratizar los partidos políticos y la generación del parlamento.
El bipartidismo excluyente en el que nos encontramos tiene que ser borrado del escenario político nacional. Los dos bloques partidarios colapsaron y hoy son un remedo, un pálido reflejo de lo que podría denominarse una sociedad democrática.
Cuando quede cesante por cerca de dos años, el Dicom me sepultó en el limbo de los muertos en vida por no pago de las cuotas del crédito hipotecario y otros por atrasos en el pago de la universidad y del colegio de mis hijos menores. ¿Quién te socorre si eres de las capas medias? Como tienes un par de televisores, refrigerador un poco más grande y eres “propietario de una casa” -aunque esté hipotecada y embargada por una institución financiera- estás liquidado y tienes que esperar a ser considerado pobre por el Estado. De nosotros ni la Concertación ni menos este Gobierno se preocupan: somos considerados pudientes porque tenemos un auto -aunque tenga once años- y por lo tanto fuera de toda ayuda.
Seguramente muchos de ustedes han sido estafados con los intereses abusivos de los bancos, casas comerciales, cuentas telefónicas, electricidad, agua potable, gas. Un ejemplo paradigmático es el caso de multitienda La Polar: Miles de deudores de esa casa comercial fueron “re pactados” sin que ellos supieran y hoy tienen que pagar el triple de la deuda original. ¿Quién sanciona estas prácticas abusivas? Nadie y podemos esperar sentados que se legisle sobre el SERNAC financiero. Se ha preguntado porque no canaliza su indignación y protesta en la calle con todos los indignados que hoy no están dispuestos a seguir siendo víctimas de abusos.
Que me dicen de la concentración económica vergonzante que significa que 15 grupos económicos controlen el 80% del sistema productivo nacional? Cree UD. Que hay que dejar que el mercado funcione. Le gusta la colusión de precios de las tres cadenas farmacéuticas, La gasolina, los bancos, las telefónicas, los supermercados, el transporte sub urbano, las Isapres.
Yo provengo, como tantos chilenos, de una familia numerosa que siempre vivió en el umbral entre la amplia capa media y el proletariado ilustrado, aspiracional, que busca a través de la educación dar el gran salto que lo ponga en un mejor lugar dentro de la escala socio-económica que rige nuestro país. El gran sueño era tener hijos con una carrera y casa propia. Ese sueño en el pasado era posible: La educación básica y media era gratuita y buena, en la universidad la Junta de Auxilio Escolar y Becas- mi caso- te permitía estudiar sin sobresaltos.
Hoy la educación es elitista, clasista, por lo tanto excluye a las grandes mayorías y las expulsa al peor de los mundos, dejando a un grupito de hijos de papa, de familias pudientes, por supuesto con el conocimiento necesario para dominar en el mundo del trabajo, las finanzas, el Estado. La educación tiene que actuar como palanca de la movilidad social y como bien público el Estado no puede desentenderse de su responsabilidad de asegurar la calidad de los colegios municipalizados.
En la educación superior - un buen negocio para los dueños- ¡nos dicen que las universidades privadas son sin fines de lucro! Esto si no fuera fuente de tragedias familiares, seria para la risa. A quien quieren engañar los accionistas de las universidades privadas y el Estado Chileno. Son cientos de miles los alumnos que desertan de las universidades porque les es imposible a sus familias pagar los altos aranceles mensuales.
En Chile todo está concentrado en una elite oligárquico- aristocrática que no cederá ni un ápice del poder conquistado a sangre y fuego. Lo malo es que nosotros- la Concertación- no sólo no fuimos capaces de desbancar a esta elite, sino que con nuestras políticas la reafirmamos en el poder real: el control de todos los medios de producción económicos. En efecto, como no bastaba con lo que tenían permitimos la expropiación de empresas productivas en manos del Estado a precio vil y el control del agua potable, la generación y distribución de la energía eléctrica , el gas, ferrocarriles, derechos de agua, la educación, etc. etc. La función del Estado es hoy por hoy en Chile es la de oprimir al ciudadano y reprimirlo cada vez que sea necesario, por el bien común que en nuestro caso es el buen funcionamiento de la economía de mercado.
Por el buen funcionamiento del mercado los salarios tienen que ser bajos y peor si Ud. es mujer; la seguridad social paupérrima y si ustedes son viejos son maltratados con la pensión, la salud. Lo que se avanzó con los gobiernos concertacionistas lo está desmontando el “gobierno de los empresarios”.
Como otros chilenos que fuimos exonerados, exiliados, asesinados y desaparecidos, las pensiones no superan los $ 140.000 pesos mensuales. Esta es una burla para la que se prestó la concertación y la derecha y que tiene a muchos compatriotas viviendo miserablemente. En mi caso el Ministerio del Interior aprobó mi calidad de exonerado el año 2006, pero hasta ahora no he recibido nada porque me faltan 11 meses de cotizaciones y cuando jubile en dos años más lo que recibiré mensualmente no superara los $ 120.000 porque tengo una laguna de trece años en las cotizaciones. En todo caso, soy un afortunado porque en este país la gente de mi edad esta frita, nadie les da trabajo y yo tengo uno modesto pero trabajo al fin.
Parodiando al filósofo judío-francés Stéphane Hessel en su libro (Indignez-vous) Indignaos, tengo por qué indignarme y ponerme de pie para junto a todos los que quieran cambiar el estado de cosas actual. Marchemos para abrir las Grandes Alamedas, como quería Allende, a los derechos ciudadanos hoy día conculcados por los poderes omnímodos del dinero.
Hessel nos dice que el poder del dinero no ha sido nunca tan grande, tan insolente y tan egoísta con sus propios servidores. Los bancos, una vez privatizados, se preocupan mucho por sus dividendos y por los altos salarios de sus gerentes, no por el interés general. La brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda del dinero tan apasionada.
Me indigna ver como la soberanía popular ha sido coaptada por verdaderas camarillas que controlan los aparatos de los partidos políticos. Lo anterior más la falta de de instancias democráticas en el seno de los movimientos sociales y el sistema binominal: Permiten que las elites se eternicen en el poder y sean reactivas al cambio. Ciudadanos: El sistema político en nuestro país colapsó y la única manera de cambiarlo es demostrando unidad de propósito de todos los indignados.
Con Hessel invito “a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvamos militantes, fuertes y comprometidos”
Con el Filósofo antifascista y redactor de la Declaración de los Derechos Universales del Hombre (1948) de 93 años, podemos sumarnos a la corriente de la historia que nos conduce a más justicia y libertad. Este camino no es fácil pero tenemos la obligación de recorrerlo por la vía de la no violencia porque “hay que entender que la violencia vuelve la espalda a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no-violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir. Tanto por parte de los opresores como por parte de los oprimidos, hay que llegar a una negociación para acabar con la opresión; esto es lo que permitirá acabar con la violencia terrorista. Es por eso que no se debe permitir que se acumule mucho odio” nos dice Hessel.

Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador