Friday, December 19, 2014

El paraíso de la nueva libertad

Claudio VásquezPublicado: 23 febrero, 2013 en SITIOCERO

Paul Virilo sugirío que si bien la declaración de Francis Fukuyama sobre “el fin de la historia” parece groseramente prematura en cambio se podría empezar a hablar “del fin de la geografía”. Las distancias ya no importan  y la idea del límite geográfico es cada día más difícil de sustentar en el “mundo real” que conforman hoy las supercarreteras de la información y el traslado y compra de activos es cuestión de segundos sino minutos. Las fronteras estatales, barreras culturales, las identidades colectivas han tendido a desaparecer ante las elites financieras que dominan hoy al mundo.
Al decir del sociólogo Zigmund Bauman por primera vez, ya no existe “el aquí y allá” “interior y exterior”, “cerca y lejos”: con la explosión del tiempo en las comunicaciones y la reducción del instante  magnitud cero, los indicadores de espacio y tiempo pierden importancia, al menos para aquellos cuyas acciones de desplazan  con la velocidad del espacio electrónico”.
El transporte de la información que no requiere ningún desplazamiento de cuerpos físicos-con la aparición de la World Wide Web computarizado se puso fin –en lo que concierne a la información- al concepto de desplazamiento y distancia a recorrer.
Las nuevas herramientas de comunicación social y sus resultados son portentosos: Facebook, Twiter, youtube, por nombrar algunas, “comunican” a millones de habitantes del mundo, sin importar barreras socioculturales y políticas. En efecto, los habitantes  de una pequeña localidad en el sur extremo de Chile interactúan con otros de grandes ciudades de todo el orbe.
En todo caso, el nuevo ciudadano del mundo tiene una vida comunitaria planetaria precaria: lo que comunicó ahora deja de ser relevante a los segundos, puesto que otras idea, noticia, información es más relevante para la “comunidad conectada”.
Lo que parecía un salto para acercar las comunidades locales y globales de internautas se ha transformado en lo contrario. Al decir de Michael Benedikt- citado por Bauman  en su libro La Globalización Consecuencias Humanas- que hay una relación intima entre velocidad de desplazamiento y cohesión social: “La cohesión social en cualquier escala es una función de consenso, los conocimientos comunes, y sin socialización e interacción constantes esa cohesión depende escencialmente de la enseñanza temprana y estricta- así como de la memoria- de la cultura. Por lo contrario la flexibilidad social depende del olvido y las comunicaciones basales”.  Al decir de los expertos tanta velocidad en las comunicaciones asfixian y ahogan la memoria.
Según la Agencia EFE, el gurú tecnológico norteamericano Shelly Palmer quien recomienda un tratamiento para limpiar las amistades sobrantes en la red social sin generar enemigos. Esta limpieza se tiene que hacer si cuentas con más de 200 amigos en facebook: Y esta operación consiste en cerrar tú cuenta y crear otra. Esta purga, necesaria según el autor de “Digital Wisdom”, permite hacer uso más racional de facebook y combatir tanto abusos como pérdida de tiempo.
La anulación de las distancias y los tiempos por la vía  tecnológica no homogeniza la información y la cultura sino tiende a polarizar. Para decirlo de otra manera: las pequeñas localidades serán domesticadas por las grandes. Es decir los países poderosos tienen la ventaja comparativa en todos los ámbitos y se impondrán  a los pequeños y más débiles.
Las elites viajan por el espacio y a mayor velocidad que nunca, e imponen sus términos, que generalmente se expresan en imponer las condiciones económicas, de producción, el hábitat y cultural en desmedro de los débiles que ven como se les mueve el piso bajo sus pies, sin tener capacidad alguna para evitarlo.
En el pasado el poder económico  se sustentaba  en conquistar territorios, hoy el poder es financiero y no tiene fronteras, es transnacional y para sustentarlo no se necesitan ejércitos propios.
El ciberespacio es hoy por hoy el mundo de muchos, el paraíso de la nueva “libertad”, como dice Bauman. Citando a Margaret Wertheim quien escribe “Así como los primeros cristianos visualizaban  el paraíso como un reino ideal más allá de la decadencia y el caos del mundo material-una desintegración palpable del Imperio  que se derrumba a su alrededor-, en esta época de desintegración social y ambiental los proselitistas del ciberespacio presentan su dominio como ideal que está “más allá”  y “por encima” del mundo material. Así como los cristianos presentan el paraíso como el reino del cual el alma humana  se liberaría de las debilidades y los defectos de la carne, los campeones del ciberespacio lo aclaman como el lugar donde el yo será libre de las limitaciones de la encarnación física”
Con la degradación de los espacios públicos han florecido efímeras comunidades en el ciberespacio. Un caso paradigmático, parece ser, el fenómeno de Facebook. En efecto al inicio se multiplicaban geométricamente los “amigos” y  hoy se ha iniciado un fenómeno inverso: El cansancio de cibernautas que se miran el ombligo y no salen de sus “Causas” por disparatadas que  han reducido la capacidad de interactuar en el espacio social. En esta línea -un estudio aparecido en Febrero- del Pew Research Center aseguró que más de la mitad de los usuarios de facebook en Estados Unidos ha tomado algún respiro en la red social. El 61% dijo haber descansado de facebook en algún momento y un 27% aseguró que este año dedicaría menos tiempo a la red.

Monday, December 1, 2014

Chile y al sociedad del cansancio


Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador


Según datos de la  Asociación Chilena de Seguridad entre enero y octubre de este año las licencias médicas  asociadas a enfermedades  profesionales de la salud mental suben y llegan al 48%. Estas cifras revelan un aumento sostenido desde el 2011, cuando estas cifras por incapacidad laboral representaban el 25% del total. Estas cifras entregadas por el coordinador nacional de salud mental de la ya mencionada asociación al Diario La Tercera las complementa con el dato que en los últimos 10 años las enfermedades de origen mental han aumentado en un 82%.
El presidente del Colegio Médico, Enrique Paris añade que las patologías asociadas a salud mental, van en alza. Lo más importante, según Paris, es estudiar porque se produce este fenómeno, ¿están con sobrecarga de trabajo?, ¿están endeudados?, ¿no les gusta el trabajo?
Seguramente ustedes tendrán sus preguntas del porqué las enfermedades mentales y el cáncer-por nombrar algunas- han aumentado tanto en chile y en el resto del mundo. Y sin lugar a dudas las respuestas serán  múltiples y algunas nos sorprenderán. Por el momento, trataremos de ubicarnos en el mundo de hoy: En el  mundo del neoliberalismo donde el consumo es el centro de la actividad desenfrenada de los individuos.
Según Zygmunt Bauman, en su libro “la globalización, consecuencias humanas” entre los mecanismos del mercado que se usan  para aumentar la capacidad de consumo están el que  “jamás se debe dar descanso al consumidor. Hay que mantenerlo despierto y alerta, exponerlo constantemente a nuevas tentaciones  para que permanezca  en un estado de excitación perpetua; y más aún, de constante suspicacia  y de insatisfacción permanente”. La “vida nueva” que nos ha impuesto la globalización nos hace tener la ilusión que todos podemos alcanzar la felicidad a través del mercado. Nos hace creer que somos nosotros los que mandamos, que estamos ejercitando nuestro libre albedrío, cuando en verdad somos prisioneros de lo que nos ofrece el mercado y punto.
A lo anterior tenemos que agregar que en países como el nuestro, todos queremos ser consumidores, pero no todos están en condiciones de llevar el estilo de vida que idealizan los mass media. En sociedades estratificadas, como la nuestra, los menos pueden acceder al objeto deseado y la mayoría morirá soñando lo imposible. Las fronteras que dividen a los súper ricos y ricos de la gran masa de asalariados son cada día más solidas e impenetrables.
En la lucha diaria por lograr escalar en esta sociedad de consumo se nos va la vida. En efecto, en la búsqueda del éxito perdemos el sentido de las cosas simples y caemos en la desesperación  y finalmente en la depresión. Según el pensador y filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, los seres humanos hemos optado por ser esclavos de nosotros mismos, explotarnos a sí mismo hasta el colapso. De la coerción externa del pasado hemos optado por autoexplotación voluntaria del presente: Estamos en la sociedad del rendimiento, estamos en  la sociedad del cansancio.
El escalar en esta sociedad subdesarrollada con ínfulas de moderna crea seres desconectados unos de otros, manipulados, obsesivos que buscan compulsivamente aferrarse a una forma de vida que los transformará, en algún momento, en consumidores del producto soñado: En esta lucha por sobrevivir al mercado, todos somos enemigos y luchamos por no ser individuos desechados como excedentes del “proceso modernizador” del que al fin y al cabo somos meros espectadores.
La modernidad a la chilena nos trae eventos como los del metro y sus secuelas de inseguridad y miedo; Hospitales que dan vergüenza, sin medicamentos, faltos de personal: No hay nada más angustiante para un enfermo no saber si tendrá mañana el medicamento imprescindible  y la atención de un especialista ; Una educación que impide la movilidad social de nuestros hijos y perpetua las inequidades, que finalmente te transforma en un ser sin esperanzas;  Una constitución que hace más pétrea  la conducción oligárquica del país, Y que te hace sentir que estas en una prisión sin defensa alguna para salir; Una economía que permite los abusos y la acumulación desmedida de unos pocos, que te transforma en un mendigo en una sociedad caritativa que da caridad - sea por vías particulares o estatales-  a los pobres,  que te hace sentir que das lastima y te quita la dignidad que necesitas para vivir.
La pobreza que vemos en vastos sectores de nuestra sociedad es humillante y nos tendría que conmover, no para dar limosnas sino para crear una sociedad donde el bienestar alcance a la mayoría de la población.
Según datos de organismos internacionales, Chile está entre los países de horarios de trabajo más prolongado en el mundo civilizado. Largas jornadas de trabajo no justamente remunerado son una de las causales de enfermedades de todo tipo que afectan a nuestros ciudadanos. Si a esto agregamos las escandalosas  desigualdades que afectan al corazón del desarrollo sustentable de nuestra sociedad tenemos el coctel perfecto para una nuda vida.
El Banco Central  entregó cifras que marcan una baja de la inversión de julio a septiembre  en un 9,9%. Estamos entrando en un proceso  de desaceleración económica que podría prolongarse dado los procesos recesivos en Europa, Japón, la desaceleración en China  y las crisis financieras que aún persisten  de España y Grecia.
En general siempre las crisis las pagan no los banqueros y especuladores de todo tipo sino la gran masa asalariada y las pauperizadas capas medias: El régimen  neoliberal instrumentaliza radicalmente los estados de shock, prestando dinero a través del Fondo Monetario Internacional y   esos créditos los cobra- en palabras del filosofo coreano- en almas humanas. El resultado, siempre será para la sociedad afectada más desregulación, despidos, flexibilización laboral. En resumen, explica Byung-Chul Han en una entrevista al diario El País de España “una neoliberalización más dura. Y, al final, explica, estamos todos agotados y deprimidos”.
 Actualmente nos dice el pensador coreano, debemos enfrentarnos a enfermedades neuronales que se derivan del actual estilo de vida occidental. La explotación a la que el individuo se somete es peor que la presión que la sociedad puede llegar a ejercer sobre él.

Estos fenómenos sociales producto de la globalización y el neoliberalismo económico  descritos por los pensadores arriba nombrados nos podrían explicar de alguna manera las preguntas que se hacía el Dr. Enrique Paris al inicio de este artículo.

Thursday, November 20, 2014

Amaras a tu projimo

Amaras a tu prójimo
Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador

La prensa informa que un grupo de consejeros del partido de derecha Renovación Nacional, pide justificar el Golpe Militar y que no se retire de la declaración de principios que se discutirá el próximo fin de semana en el consejo doctrinario a efectuarse en Pucón:  “ RN justifica y reconoce la intervención militar del 11 de septiembre de 1973 como única solución frente al totalitarismo marxista existente que promovió la lucha armada” .
L a ex directora de la Junji, Ximena Ossandón explicó que la intención es remitirse al contexto del Golpe, lo que no implica-según ella- aceptar muchas de las cosas que pasaron después y que atentan contra los derechos humanos.
Las declaraciones de la señora Ossandón y sus amigos de RN no me causan sorpresa alguna porque hasta hoy día, cuarenta y un años después los responsables civiles de las matanzas, desapariciones, salvajes torturas y exilio de miles de compatriotas no dan señales de arrepentimiento, es más justifican los crueles vejámenes a los derechos humanos que acompañaron el golpe militar.
Muchos creyeron ver, cuando se cumplieron los cuarenta años del golpe y muerte del Presidente de la República Salvador Allende algunos signos de revisión de la postura de apoyo irrestricto al gobierno genocida del general Pinochet. Pero no se engañen los ciudadanos: Los cimientos del mal nunca se han desmontado en nuestro país, al contrario, todo se ha ocultado bajo un manto de impunidad que indigna la conciencia de los millones de víctimas que hasta hoy claman por justicia y reparación del daño causado.
Hannah Arendt, en La banalidad del mal, nos recuerda que los barbaros actos de crueldad, en distintas partes del mundo, son ejecutados dentro de un sistema que permite que se consumen actos de exterminio. Este es el sistema que imperó en nuestro país y nos mostró una sociedad  profundamente enferma, que perdió  toda ética y moral.
Creen ustedes que dejamos de estar enfermos ?.  Yo creo que no. 
En Chile no habrá reconciliación mientras persista esta contumaz defensa de la barbarie a la que fuimos sometidos ciento de miles de ciudadanos por el solo hecho de pensar distinto. Nada justifica los horrendos crímenes cometidos y no solo hablo de asesinatos, sino de las torturas físicas y sicológicas de millones, de  las exoneraciones, expropiaciones, las violaciones de niños y mujeres indefensas, durante los 17 años que duro la dictadura militar.
Yo espero, que en el encuentro doctrinario de RN en donde hay muchos militantes que se dicen cristianos, recuerden que en la Biblia hay mandamientos morales revelados de las palabras de Dios. Dichos mandamientos tienen que ser obedecidos por los creyentes: No mataras a tu prójimo; Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Durante largos y penosos años de dictadura muchos pisotearon el mandato de la única autoridad a la que tenían que obedecer y esa era no la voz del dictador, sino del Dios todopoderoso que dicen seguir. Por lo mismo duele tanto que a vista y paciencia de los ”cómplices pasivos” como los denomino el ex Presidente Sebastián Piñera, y con la participación activa de muchos “demócratas” hoy activos militantes  de la UDI y RN, Se cometieran tantos actos que ofenden la moral cristiana o laica.

La historia de  salvación de las sociedades y las personas nos enseña que sin arrepentimiento no hay perdón.

Monday, September 22, 2014


¿Quién mató al sacerdote Miguel Woodward ?

Aquel Miguel que conocimos fue quien caminaba a las poblaciones marginales de Valparaíso y Viña, el que nos apuraba para llegar a tiempo a las clases que impartíamos en la Universidad Popular, que el Cescla fundó para los trabajadores.
 

Miércoles 25 de junio de 2008

La declaración de trece diputados de la UDI que acusaron una persecución judicial en contra de los marinos sindicados como responsables de la muerte del sacerdote Miguel Woodward muestra, una vez más, la cara oscura del pensamiento autoritario que se anida en el alma de la derecha política chilena.
Como bien afirma el presidente de la Cámara de Diputados, Juan Bustos, éste "es un grave déficit de la Alianza y repercute en todas sus aspiraciones de gobernar este país". El parlamentario ha puesto hincapié en que es necesario tener claro que los derechos humanos son fundamentales para una democracia, y que un país que cree tener una democracia pero carece en su base ética de un respeto irrestricto de los derechos humanos, no merece y no puede ser democracia. El filósofo italiano Giorgio Agamben nos habla de la nuda vida cuando se refiere a la falta de derechos que tienen los ciudadanos cuando impera un estado de excepción, cuestión que es aplicable a los 17 años de dictadura militar en Chile, a partir del 11 de septiembre de 1973. En palabras de este filósofo, existe un totalitarismo moderno que es la instauración, por medio del estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos que debido a cualquier razón no sean integrables en el sistema político.
El sacerdote Miguel Woodward nacido inglés -pero chileno de corazón- amigo y maestro, fue asesinado con brutalidad en los días posteriores al golpe militar. Según consta en las investigaciones del proceso judicial, Miguel murió en el Buque Escuela Esmeralda, y desde esa época sus familiares y amigos buscan la verdad y el castigo para quienes cometieron el crimen contra un buen hombre, sacerdote y compañero.
¿Quién era el sacerdote Miguel Woodward y a quién hacía daño para recibir ese castigo?
A finales de la década de los años '60 un grupo de jóvenes de la Universidad Católica de Valparaíso, que eran dirigidos por el ahora diputado Rodrigo González, conformábamos el equipo del Cescla (Centro de Estudios y Capacitación Laboral). Entre ellos se encontraban Miguel Woodward, Gonzalo Ojeda, el también sacerdote y cineasta Darío Marcotti, quien murió en el exilio, y el vicepresidente de la CUT de la época, René Plaza. Miguel era ante todo sacerdote, luego hermano, amigo, compañero y finalmente político. Estaba comprometido con las luchas por más dignidad y derechos para millones de compatriotas que vivían una vida miserable en una sociedad oligárquica que se resistía a aceptar las reformas iniciadas por el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva y profundizadas por el Presidente Salvador Allende.
Aquel Miguel que conocimos fue quien caminaba a diario a las poblaciones marginales de Valparaíso y Viña del Mar, el que nos apuraba para llegar a tiempo a las clases que impartíamos en la Universidad Popular, que el Cescla fundó para los trabajadores de Cemento Melón en La Calera. En el caso de sus ayudantes -yo lo era-, nos instaba a estudiar y ser buenos dirigentes. "Si quieren ser dirigentes políticos en la universidad tienen que sobresalir en los estudios y predicar con el ejemplo", decía. A Miguel lo mató la misma gente que hoy se hace la desentendida. Los trece diputados UDI y el senador Jorge Arancibia representan simbólicamente a los que no creen en la democracia de las mayorías y el voto libre de la gente. Son los que votaron contra la píldora del día después, los que sueñan con el desalojo y así recomponer en parte la sociedad de privilegios. Son los mismos que no creen y no quieren una sociedad de igualdad desde la cuna. A Miguel lo mató la xeno fobia de mentes afiebradas que inventaron una guerra civil para exterminar físicamente a los enemigos de la "democracia y el libre mercado".
En definitiva, el sacerdote Miguel Woodward no era "un patriota anticomunista" como deseaban, sino que un gringo traidor que había optado por la ayuda a los pobres que predicó el Papa Juan XXIII.

Monday, May 12, 2014

RSE: no es filantropía


RSE: no es filantropía

RSE: no es filantropía
En nuestro país, la gran mayoría del empresariado ve la responsabilidad social más bien como una labor filantrópica y no como lo que es: Una acción de sustentabilidad para lograr un desarrollo sostenible que permita garantizar calidad de vida para la generación presente y futura. En otras palabras, un modelo de gestión exitoso es el que considera la identificación de los grupos de interés, los impactos que generan el negocio y los riesgos y oportunidades derivados de esos impactos.
Según el IFC (Corporación Financiera Internacional), grupo del Banco Mundial, en la actualidad la expresión “relaciones con los actores sociales” se está empezando a usar para describir un proceso continuo más amplio y más inclusivo entre una empresa y quienes podrían verse afectados por sus actividades, que abarca una variedad de actividades y enfoques, que se desarrolla a lo largo de toda la vida de un proyecto.
Esta evolución del significado de la expresión es “indicativa de cambios más generales en el mundo financiero y de los negocios, en el que se reconocen cada vez más los riesgos para las actividades comerciales y para la reputación que se derivan de una relación precaria con los actores sociales, y se hace cada vez más hincapié en la responsabilidad social de las empresas y en la transparencia y la difusión de información”.
En este contexto, mantener buenas relaciones con los actores sociales es un prerrequisito para una adecuada gestión del riesgo. En efecto, mientras más una empresa se hace cargo de sus impactos de manera responsable, más beneficios genera para el negocio.
Un gran número de empresas ha encontrado valor, ventajas y beneficios para sus negocios al invertir en modelos de gestión enfocados desde la sustentabilidad, pues les permite asegurar la sostenibilidad del negocio, perfeccionando su producción, disminuyendo costos y elevando su calidad. Además, su imagen corporativa y de marca se posiciona con una alta reputación, disminuyendo riesgos de mercado e incrementando la rentabilidad.
El asumir una estrategia de gestión sustentable permite a la empresa comprender el rol que juega dentro de la sociedad y que ese rol hay que asumirlo de forma responsable.
En nuestro país, por desgracia, los diversos casos de colusión, escandalosas repactaciones de deuda como las de La Polar, el Banco Santander y la generalizada falta de responsabilidad social empresarial, de las Isapres, Afps, telefónicas, farmacias, retails etc., nos muestran la necesidad de recorrer el camino correcto.
En el caso que de La Polar, la fuerte protesta pública y la consiguiente preocupación por la ética empresarial pone en duda las bases en que se sustenta el crecimiento económico del país.
En una entrevista al diario El País un catedrático de la London School of Economic decía, refiriéndose a las lacras que empañan la economía en España, como la corrupción, “el poder de los contactos frente a la meritocracia hace que la gente rechace el capitalismo porque cree que funciona a base de chanchullos”.
La economía de mercado en una sociedad necesita de legitimidad y eso solo lo entrega la transparencia y que las reglas del juego sean para todos iguales.
El caso del accidentado proyecto Hidro-Aysén nos sirve de ejemplo de cómo no se tienen que hacer las cosas. En efecto, en su momento el claro pronunciamiento de la candidata, hoy Presidenta Michelle Bachelet, en cuanto a que el proyecto de Hidro-Aysén es hoy inviable y que por lo tanto no se debía seguir construyendo, es una muestra palmaria de un proyecto que no tomó en cuenta los efectos sociales, medioambientales y culturales que significaban su implementación.
En respuesta a la candidata del Pacto Nueva Mayoría, el vicepresidente ejecutivo de la hidroeléctrica, redujo el problema a la necesidad “de un acuerdo político que promueva una línea de transmisión para todos los proyectos, y en esa medida va a ser viable HidroAysén”.
El señor gerente creyó erróneamente que la ciudadanía de la patagonia y del país no tienen opinión en este asunto: craso error cometen los inversores de este mega proyecto y que es también el de muchos otros empresarios, que no entienden que sus emprendimientos afectan a miles o millones de ciudadanos.
El profesor de ética de negocios de la universidad de Georgetown Washington D.C,  John M. Kline, señala en un artículo aparecido en un vespertino local que: “un aspecto preocupante del caso de La Polar es la cantidad de personas del sector privado e instituciones que no detectaron y/o tomaron medidas contra la conducta indebida de La Polar”.
Podemos concluir, como lo hace en el citado artículo el profesor Kline que algunos aspectos del escándalo sugieren que por lo menos una parte de la élite empresarial valoriza los negocios “ingeniosos” y las ganancias a corto plazo por encima de ser justos con los clientes, o incluso del éxito empresarial.
Hoy Chile es, según muchos observadores internacionales, un ejemplo de irresponsabilidad social empresarial. Y la pregunta que nace espontánea es: Donde están las leyes que pongan atajo a esta situación que provoca un serio daño social y de imagen país.
Las pocas empresas nacionales que han iniciado un camino hacia la responsabilidad social han desarrollado políticas encaminadas a su sostenibilidad, con el objetivo de abordar los impactos que generan sus negocios en las dimensiones, económicas, ambiental y social. En este entendido, se hace indispensable, el compromiso y la conducción que puedan ejercer los directivos de cada empresa, puesto que éxito de un modelo de gestión de sustentabilidad solo será exitoso si la alta dirección apuesta por la sostenibilidad del negocio en el largo plazo, con una visión estratégica de futuro.
En un informe del año pasado sobre la responsabilidad social empresarial, una consultora multinacional, le dice a sus clientes locales: que las empresas con responsabilidad social deben identificar a su entorno interesado (stakeholders): trabajadores, vecinos, clientes, accionistas etc., y determinar los impactos causados en la vida de sus comunidades y el medio ambiente; el identificar los riesgos y oportunidades de esos impactos; desarrollar iniciativas que agreguen valor a sus productos y servicios, generando “good will” contribuye al “blindaje social” del negocio.
Entender que una empresa genera impactos, ya sea por medio de sus operaciones o por los servicios que ofrece, permite que la compañía los pueda considerar y asumir como parte de su planificación  estratégica, logrando aminorar o bien reducir progresivamente esos impactos.
En nuestro país, la gran mayoría del empresariado ve la responsabilidad social más bien como una labor filantrópica y no como lo que es: Una acción de sustentabilidad para lograr un desarrollo sostenible que permita garantizar calidad de vida para la generación presente y futura. En otras palabras, un modelo de gestión exitoso es el que considera la identificación de los grupos de interés, los impactos que generan el negocio y los riesgos y oportunidades derivados de esos impactos.
El nuevo contrato que la sociedad requiere para que seamos un país más rico y equitativo necesita del concurso de todos los sectores. En efecto, sin leyes que regulen el crecimiento sustentable basado en la ética y las buenas prácticas, sin canales para la expresión de los actores sociales y sin emprendedores comprometidos con la sustentabilidad, no seremos una nación desarrollada.

Claudio Vásquez Lazo
Militante PPD, ex Embajador.

Economia: Crisis sistémica


Columnas
10 de mayo de 2014

Economía: Crisis sistémica

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Ex embajador

El economista estadounidense, profesor de Harvard y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia Jefrey Sachs nos relata en su libro El Precio de la Civilización que, a mediados del siglo XVIII, el filósofo Jean Rousseau rechazó la idea que provenía de Gran Bretaña y que pregonaba el libre intercambio de bienes y servicios, y la búsqueda del interés propio por los actores económicos genera prosperidad. Según el filosofo francés en una sociedad comercial las “personas son codiciosas, violentas, bribonas y ambiciosas” y todo esto genera miseria y la opulencia.
Aparentemente pareciera que la sentencia de Rousseau cobra actualidad en la economía global y particularmente en el Chile de hoy. En efecto, en su libro Sachs nos indica que posiblemente nos encontramos ante una crisis no sólo económica y política, sino en una “verdadera crisis sistémica que puede poner en riesgo a las democracias y repúblicas en Occidente “.
Las duras declaraciones del presidente de la AFP Habitat, José Antonio Guzmán, en el sentido de que “los empresarios descontrolados por la codicia causan desprestigio de la clase empresarial”, apuntando a los escándalos de La Polar, el caso Cascadas y el cuestionado aumento de capital de Enersis, parecieran coincidir con la idea de Rousseau en relación a la codicia y ambición de la clase empresarial. Para Guzmán no escapa que las malas prácticas empresariales han provocado que los empresarios ocupen los últimos lugares en la apreciación social. El empresario se hace la pregunta –y nosotros también– de cómo es posible que los directores de las empresas señaladas e imputadas como malos gobiernos corporativos que causaron daño enorme a sus clientes continúen en sus cargos. Y que los sectores políticos, “ni moros ni cristianos” como dice Guzmán, hayan reaccionado respecto a estos escándalos.
La pregunta del ex presidente de los empresarios chilenos pareciera tener algunas respuestas en el libro del economista norteamericano arriba mencionado y tiene que ver con la restauración de los valores de la responsabilidad social de los empresarios, por un lado, y el abandono de cualquier compromiso de responsabilidad de la élites gobernantes, los superricos, los altos directivos que “sólo persiguen la riqueza y el poder, y que los demás se busquen la vida”, nos dice Sachs.
La economía chilena –al igual que la de todos los países capitalistas– cada día da cabida a menos sectores de la sociedad. En efecto, en nuestro país se ha desbocado el auge de la fortuna y de la miseria, mientras que a las políticas gubernamentales las aqueja un déficit crónico de resolución que ponga atajo a este verdadero escándalo social. La reforma tributaria podría ser un primer pequeño paso para disminuir la brecha entre ricos y pobres vía la educación.
Mientras en nuestro país la derecha aboga por menos Estado y, por ende, menos intervención de Gobierno, en su libro El precio de la civilización Sachs plantea que hoy necesitamos más Gobierno que esté a la altura de las modernizaciones a que obligan los retos específicos de la economía interconectada.
Según el economista, bajo la crisis económica americana subyace una crisis moral: la élite económica y política cada vez tiene menos espíritu cívico y agrega que de poco sirve tener una sociedad con leyes, elecciones y mercados si los ricos no se comportan con respeto, honestidad y compasión hacia el resto de la sociedad y hacia el mundo.
La globalización, como lo hemos manifestado en otros artículos en El Mostrador, ha creado ganadores y perdedores: Los ganadores son los empresarios y las elites económicas, financieras y políticas en países globalizados, y los perdedores son las masas asalariadas de países como el nuestro.
Por otro lado, la globalización económica, según Sachs, también ha creado problemas serios, tales como: el aumento de la evasión fiscal debido a la rápida proliferación de paraísos fiscales en todo el mundo. Las empresas multinacionales en general –y los monopolios en nuestro caso– tienen mucho más posibilidades de evadir impuestos. Como sabemos, este fenómeno fue denunciado como una de las lacras por el último encuentro del Foro Económico Mundial de Davos en enero recién pasado. Otra lacra muy relevante es la amenaza de perpetuar las diferencias entre ricos y pobres, que hoy supone un nivel de desigualdad sin precedentes.
No me llama la atención la virulencia de los ataques del empresariado a la reforma tributaria del Gobierno, es parte de la creencia –ideología ciega la llama el economista Ricardo Ffrench-Davis– que todavía pueden seguir manteniendo el estado de cosas imperante hasta ahora. No se dan cuenta de que la situación de injusticia en la distribución de la riqueza tocó fondo y que amenaza la estabilidad democrática. La economía chilena –al igual que la de todos los países capitalistas– cada día da cabida a menos sectores de la sociedad. En efecto, en nuestro país se ha desbocado el auge de la fortuna y de la miseria, mientras que a las políticas gubernamentales las aqueja un déficit crónico de resolución que ponga atajo a este verdadero escándalo social. La reforma tributaria podría ser un primer pequeño paso para disminuir la brecha entre ricos y pobres vía la educación.
La derecha se ha escandalizado con la reforma presentada y que tiende a estrechar las diferencias. Lo que sí es un escándalo es la incapacidad de ponerse en el lugar de los sectores que viven con el sueldo mínimo. De acuerdo con la reciente declaración de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en París, para enfrentar la brecha entre ricos y pobres las políticas gubernamentales tienen que enfocarse no sólo en los ingresos, sino también en un mejor acceso a la educación, salud e infraestructura pública de calidad. En todo caso, no hace bien que ciertos sectores de la Nueva Mayoría se cierren a un diálogo de ideas que enriquezcan la reforma tributaria.
Según el libro Desigualdad, de Richard Wilkinson y Kate Pickett, citado por Zygmunt Bauman, la calidad de vida de una sociedad no se mide a través del ingreso medio, sino mediante el grado de desigualdad en los ingresos. El alcoholismo, la violencia, la criminalidad y demás patologías sociales aumentan cuando lo hacen las desigualdades, aunque la riqueza global se incremente, nos dice el sociólogo en una entrevista que publicó el diario El País.
Lo anterior hace reflexionar a Bauman en su último libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, donde señala que en los treinta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial las políticas estatales intentaron que aumentase la riqueza total, pero que también la distribución de la misma alcanzara a la mayor cantidad de gente posible, de modo que cada vez más personas se pudieran incorporar a una situación de bienestar. Sin embargo, a partir de la década de los setenta, esta tendencia se invirtió, acelerándose ahora de modo preocupante.
Según el Papa Francisco –citado por Bauman–, para señalar cómo estas diferencias de ingresos se han hecho evidentes: “Las Ganancias de una minoría están creciendo exponencialmente, lo que provoca que también crezca la brecha que separa a la gran mayoría de la prosperidad que disfrutan esos pocos felices”.
Las consecuencias sociales de esta desigualdad y la masiva concentración de los recursos económicos en unos pocos trae como consecuencia –entre otras– que la llamada clase media y el proletariado formen parte de una nueva clase conjunta que el sociólogo polaco llama El Precariado. Según Zigmunt Bauman el Precariado es: gente que no está segura de su futuro.
Las leyes del mercado implican que la empresa en que trabajas pueda ser devorada por otra y tú te vayas a la calle, perdiendo de pronto todo lo ganado en una vida: nadie está seguro, nadie confía en el porvenir, de un día para otro pasas de ser parte de la difusa clase media a la gran masa de los sin empleo, sin leyes de mitigación que te amparen. Chile es un caso paradigmático de cómo sectores que se toman como “capa media empobrecida” desvelan una pobreza indignante después de los recientes terremotos del Norte y el incendio de Valparaíso.
Según Bauman y Sachs la brecha de las desigualdades ha roto la cohesión social y ha dejado a las sociedades privadas de los beneficios de la confianza social. Para ambos, los ricos han cavado sus trincheras y se han parapetado en sus castillos respecto al resto la población. A mi juicio, este es el problema que enfrenta nuestro país y con ello la pérdida de confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
La crisis de los valores de la solidaridad y cooperación entre clases: de la obligación que tienen los más ricos de devolver vía impuesto lo que corresponde a toda la sociedad. La desigualdad es corrosiva y destruye a las sociedades desde dentro y hace que Chile viva una crisis sistémica que no tiene solución por la ceguera de sus élites. Por lo anterior, el suicidio de jóvenes y ancianos ha dejado de ser un patrimonio doloroso de los países desarrollados.
Hay un precio que no podemos permitirnos pagar y que es que la ceguera de unos pocos hipoteque el horizonte de nuestros jóvenes y lance a nuestros ancianos a la precariedad más absoluta. El futuro incierto para millones de ciudadanos hace más imperativo que nunca el retomar la senda de una distribución de la riqueza que genera el trabajo más justa y equitativa.

Tuesday, May 6, 2014

¿Es Chile una sociedad decente?


¿Es Chile una sociedad decente?

¿Es Chile una sociedad decente?
La vida que vale la pena es la por crear un mundo más feliz: donde no trabajen casi 300 millones de niños entre 5 y 17 años de edad, (según datos de la OIT), donde no mueran de frío indigentes en las calles de nuestras ciudades, donde la educación sea de calidad para todos, donde el salario de la mujer sea el mismo que el del hombre por igual trabajo, en definitiva no se avale la desigualdad que generan sociedades indecentes como la nuestra.
En estos momentos en que muchos chilenos estamos viviendo momentos difíciles es más necesario que nunca confrontar ideas y propuestas que nos permitan seguir construyendo un Chile libertario, que combine el desarrollo económico con idénticos niveles de igualdad y bienestar.
¿Podemos decir que en nuestra vida nos hemos caracterizado por ser  agentes del cambio?
Ampliar las libertades ciudadanas, garantizar mayor acceso femenino a niveles de decisión, respetar a la tierra ; aceptar la diversidad sexual, respetar los derechos del niño, el anciano y las etnias; impulsar reformas a la educación, laborales y previsionales: ésas han sido algunas de nuestras preocupaciones.
El desafío que tenemos es aprender de los errores pasados. Imaginar la sociedad que queremos requiere un diálogo confrontacional de ideas, por la atingencia -aunque parezca paradójico en este momento- de poner la idea de felicidad como un eje central del discurso político, en un mundo partidario aquejado de una alarmante ceguera.
Los movimientos sociales que hoy se manifiestan en las calles han puesto énfasis en los cambios reales aquí y ahora. En el país somos mayoría los que pensamos que el movimiento social quiere una patria inclusiva, donde libertad, igualdad y felicidad sean prioridades ineludibles.
En el mundo, el capital es cada vez más globalizado, dice el sociólogo italiano Mauricio Lazzarato. La relaci6n capital trabajo no garantiza la seguridad social “desde el nacimiento a la muerte” y eso genera inseguridad. Estamos ante una acumulación capitalista que no se funda solo en la explotaci6n del trabajo en sentido industrial, sino en la explotación del conocimiento, la vivienda, la salud, el tiempo libre, la cultura, los recursos relacionales entre individuos, el imaginario, la formación del hábitat.
No se venden bienes materiales o inmateriales, dice Lazzarato, sino formas de vida, comunicación, educación, estándares de socialización, vivienda, transporte.
La globalización, según el sociólogo, “no es sólo extensiva (deslocalización), sino intensiva, y concierne tanto a los recursos cognoscitivos, culturales, afectivos y comunicativos (de la vida de los individuos) como los territorios, los patrimonios genéticos (humanos, vegetales y animales), los recursos de la vida de las especies y del planeta (el agua, el aire).
Aristóteles asignó gran importancia al estudio de la felicidad. Para el filósofo, el bien más elevado es la felicidad y todos se proponen alcanzarla.
La felicidad consistía -entre otras cosas- en poseer la sabiduría. Según él, la tarea de los seres humanos es el supremo bien, que solo se logra por la política.
En el siglo XVIII, el filósofo inglés Jeremy Bentham sostenía que la mejor sociedad es aquella en que sus ciudadanos son más felices. En ética y moral (ámbito privado), tanto para Aristóteles como para Bentham la acción mejor será la que otorgue felicidad a mayor número de personas.
EI economista Richard Layard, en “La felicidad”, dice que “este es el máximo principio de la felicidad: fundamentalmente igualitario, porque la felicidad de todos cuenta por igual; y también fundamentalmente humano, porque sostiene que en última instancia lo que importa es lo que sientan las personas”.
Algunos piensan que la felicidad es un bien privado. EI filósofo Thomas Hobbes propone que deberíamos pensar en los problemas humanos considerando a los hombres “como si acabaran de brotar de la tierra y, de repente (al igual que los champiñones) llegaran a la total madurez, sin ningún vínculo entre ellos”. En cambio, otros lo pensamos como algo colectivo: así como la política es una necesidad que no podemos eludir para la vida humana, la felicidad es algo relacionado con mi mente y la de otros.
En “Una mente pública” Hannah Arendt habla de felicidad pública para expresar que de lo que se trata es “asegurar a muchos el sustento y un mínimo de felicidad”, en contraposición a la antigüedad, cuando unos pocos se ocupaban de la filosofía (política) en desmedro de la mayoría. EI humano, dice Arendt, no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros.
La lucha de los ciudadanos del mundo -y en especial de Chile hoy- es impedir que nos transformen en consumidores inconscientes en una  realidad social profundamente desigual. La pregunta que nos hacemos es, si la política partidaria ha ayudado a nuestra sociedad en la búsqueda de más justicia, igualdad y felicidad. La política debe concurrir a este propósito. Por desgracia, en buena parte del mundo la política tradicional genera lo opuesto: infelicidad, incertidumbre y desesperanza en las personas.
La vida que vale la pena es la por crear un mundo más feliz: donde no trabajen casi 300 millones de niños entre 5 y 17 años de edad,(según datos de la OIT), donde no mueran de frío indigentes en las calles de nuestras ciudades, donde la educación sea de calidad para todos,  donde el salario de la mujer sea el mismo que el del hombre por igual trabajo, en definitiva  no se avale la desigualdad que generan sociedades indecentes como la nuestra.
La decente es aquella en que los menos no humillan y avergüenzan a los más.
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Claudio Vásquez Lazo
Militante PPD, ex Embajador.

Tuesday, April 1, 2014

Trascendiendo el paradigma del poder


Trascendiendo el paradigma del poder

Trascendiendo el paradigma del poder
Esta nueva administración de gobierno no sólo debe esmerarse en la buena utilización de los recursos financieros del Estado, sino también en una permanente rendición de cuentas acerca de la efectividad de las políticas que se están aplicando y de la capacidad de gestión en los asuntos públicos. La sociedad tiene derecho a exigir de sus autoridades total transparencia y máxima excelencia en la gestión de los asuntos que conciernen a todos.
Hace doce años escribí en el Utopista Pragmático, revista del domingo del Diario la Nación, un artículo titulado “Trascendiendo el paradigma del poder”. En efecto, allí decía que con el transcurso de los años los políticos concertacionistas centraron su actividad en una lucha por el poder (el paradigma del poder), reduciendo la actividad política a un mero esfuerzo de control de los recursos públicos y personas, en beneficio de la cúpula dirigente de los partidos, sus seguidores, amigos y parientes.
Sin embargo, el foco de la actividad política debe ser el servicio público, el bien común. Ello obliga ayer y hoy día a trascender el actual paradigma del poder, el que es una distorsión ética. La inspiración para la actividad política debe provenir de la solidaridad, porque es un ámbito de servicio a la comunidad nacional y no un negocio. De ahí el alto nivel ético que debe exigírsele a quienes participan de ella, y cuya ausencia la convierte en un espacio propicio para la corrupción. Y entre corrupción y democracia hay una incompatibilidad total, como también entre corrupción y modernización de la sociedad. Por lo tanto, la Nueva Mayoría tiene la obligación de reasumir el componente ético en la política y el servicio público.
Que no vuelva a suceder lo que apareció tímidamente en los primeros años de gobierno concertacionista y que hoy -si miramos el escenario político reciente- lo vemos jalonado de los más diversos escándalos en todos los ámbitos. En efecto, a pesar de las promesas de Piñera candidato, de un gobierno de excelencia en gestión y en ética, su gobierno fue un chasco. O sea, nada nuevo bajo el sol en el país rey de la desigualdad y desintegración ciudadana, como lo demuestran innumerables estudios internacionales.
Lo anterior nos muestra que es necesario que los mecanismos de fiscalización de la sociedad sobre la administración del Estado se perfeccionen aún más. Esta nueva administración de gobierno no sólo debe esmerarse en la buena utilización de los recursos financieros del Estado, sino también en una permanente rendición de cuentas acerca de la efectividad de las políticas que se están aplicando y de la capacidad de gestión en los asuntos públicos. La sociedad tiene derecho a exigir de sus autoridades total transparencia y máxima excelencia en la gestión de los asuntos que conciernen a todos.
Por otra parte, hay que reponer en el escenario la igualdad de oportunidades para todos. Este anhelo dejó de ser una prioridad para la élites políticas durante la Concertación y el gobierno de Piñera. En efecto, durante sus gobiernos se ha producido una gran concentración de la riqueza y del poder, reduciéndose el abanico de opciones que la ciudadanía tiene en, prácticamente, todos los ámbitos. Para que pueda haber igualdad de oportunidades deben existir previamente oportunidades por las cuales optar. Es necesario que la Nueva Mayoría, si quiere cambios de verdad, asegure a la ciudadanía un amplio rango de oportunidades y un fortalecimiento de sus capacidades para optar por ellas. El Estado debe intervenir para robustecer a la sociedad civil, fortaleciendo su capital social, poniendo en práctica un efectivo proceso de descentralización.
Una sociedad civil poderosa requiere abrir caminos de participación de la gente, con reales facultades de decisión. Se necesita que las opiniones, preocupaciones e inquietudes de la comunidad tengan una influencia gravitante. Recomponer la identidad política de los partidos de La Nueva Mayoría exige redefinir sustancialmente sus vínculos con la sociedad civil, abrir sus estructuras a la participación de la gente, sin que sea un requisito para ello ser militante. Nada más nefasto para un partido que la existencia de fronteras rígidas entre sus potenciales electores y sus estructuras decisionales. La vieja concepción militarista de los partidos debe ser remplazada por una organización de la sociedad civil que se funde con ella.
El actual discurso político nos ha acostumbrado a juzgar positiva la reducción de la intervención del Estado, incluso en aquellos ámbitos en los que están en juego derechos básicos de las personas, en el entendido que el sector privado sería el más capacitado y eficiente para administrar- que fue por lo demás la promesa que la coalición de derecha ofreció a los ciudadanos para que los eligieran en el gobierno- y que ha quedado en duda después de los múltiples errores cometidos por los gerentes en la administración del Estado.
La intervención de la empresa privada en el ámbito de los derechos básicos es aceptable, siempre que no involucre un desplazamiento de la participación del Estado. Los derechos básicos son tales porque su concreción no depende de la obtención de lucro y su existencia es anterior a cualquier arreglo institucional, incluido el del mercado. Las posibilidades que se transformen en un ámbito propicio para ello sólo es legítima una vez garantizado el nivel mínimo mencionado y no a costa de él.
Ahora bien, la necesidad de cambios profundos en los partidos de la antigua Concertación es condición básica y no pasa por la reestructuración antojadiza a la que nos quieren llevar los auto denominados progresistas del conglomerado de gobierno, como si la DC no lo fuera. Aplicar esta peregrina idea no nos lleva a nada nuevo. Si cada partido del conglomerado tratara de perfilarse en sí mismo, ello implicaría el fin prematuro de la Nueva Mayoría, porque tal perfilamiento sólo se lograría recalcando las diferencias que existen entre ellos. Lo anterior no invalida la necesidad que se produzca una competencia de ideas que nos lleve a una propuesta que perfeccione la debilitada estructura institucional que hoy tenemos. Que como resultado de esta confrontación de ideas nazcan nuevos aportes al programa de gobierno. Los resultados de la elección presidencial no nos dan patente de perfección programática: todo es perfectible, todo se puede cambiar.
Que me disculpen los representantes oficiosos u oficiales de la idea del programa pétreo e inamovible: para los cambios que Chile necesita no bastan las “condecoraciones del pasado”, es necesario un programa que revolucione el actual estado de cosas y inicie el transito a una sociedad más igualitaria. Lo que queremos no es seguir administrando el proyecto de sociedad de la derecha. Queremos revolucionar y quebrar el status quo imperante y construir una patria más inclusiva.
La Nueva Mayoría es -o podría ser- en sí misma un proyecto de interpretación de las inquietudes ciudadanas, para bien o para mal, y fracturarla en sus componentes implica debilitar su fortaleza, que es haber juntado al centro y a la izquierda en un proyecto político de país, y será ella la que permitirá terminar la tarea inconclusa: más democracia, participación y justicia social para Chile.
Elijamos a Michelle Bachelet como nuestra Presidenta para encabezar una nueva propuesta verdaderamente democrática. Que sea un experimento de corto o largo aliento tiene que ver con qué tan profundo cambiará el país que hoy tenemos y para ello no basta con la suma de los partidos y grupos de la antigua coalición más el partido comunista. Es necesario un movimiento social, critico, fuerte y autónomo que nos exija y acompañe en el cumplimiento de las promesas de campaña.
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Tuesday, January 28, 2014

Desigualdad Global: crisis sin oportunidad , 28 de enero 2014, EL MOSTRADOR


Desigualdad global: crisis sin oportunidad

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Ex embajador

En El Mostrador se informó que, según un informe elaborado por Intermón Oxfam –con datos de organismos oficiales– para el Foro Económico Mundial de Davos, 85 multimillonarios acumulan tantos bienes como los 3.570 millones de personas con menos ingresos.
El informe dice que el 1% de la población más rica de EE.UU. acapara más del 95% del crecimiento generado tras la crisis financiera reciente y que 1% de la población del mundo tiene la mitad de la riqueza global. Como dice un medio escrito europeo, refiriéndose al aumento de las desigualdades en el mundo: “Se mire por donde se mire, la calificación apropiada es de escandaloso, tanto a nivel mundial como de cada país”.
Para el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, las desigualdades crecientes en el mundo no sólo son profundamente injustas, sino que también son un factor que impide el desarrollo económico y que, de no aplicar medidas correctoras, la situación se aproximará a lo insostenible.
Todos dicen que el aumento de las desigualdades y la acumulación de riquezas extremas en manos de cada día menos personas, traerán aparejados menos consumo y un debilitamiento del sistema capitalista. Por otro lado, la democracia corre peligro porque los poderosos extremos que hoy tienen el poder económico no resistirán la tentación de manipular y condicionar las decisiones de la política.
Las diferencias de ingresos en países como el nuestro, según el informe “Riesgos Globales 2014”, elaborado por políticos, académicos y empresarios, presentado recién en Londres para el Foro Económico Mundial, aumentan el riesgo de inestabilidad social y de conflicto.
Según algunos economistas, se estaría perfilando un nuevo mundo que permitiría la salida a la crisis económica que nos precedió e impulsaría también retomar los temas que quedaron en el olvido por “salvar a la economía global del abismo”, tales como la desigualdad, la salud y el cambio climático, entre otros. Lástima que, para resolver estos grandes temas, las recetas son las mismas que han fracasado hasta ahora. Como dice una publicación del viejo mundo: ¿quieren la liberación del mercado del trabajo y al mismo tiempo denunciar la creciente desigualdad de renta?
El foro Económico Mundial alerta en su informe anual del riesgo que supondrá para la estabilidad del mundo en la próxima década la creciente disparidad entre países ricos y pobres.
En los últimos años la tendencia del Foro en  Davos ha sido la tibia incorporación de invitados de otros sectores que no sean gobiernos y empresarios. En todo caso, a pesar de lo anterior, entre jefes de Estado y de gobiernos, ejecutivos, empresarios, totalizan 2.500 delegados que –bajo el lema de este año: Rediseñando el Mundo: consecuencias para sociedad, la política y las empresas– pretenden buscar “nuevas” salidas que permitan mantener el sistema de cosas, sin grandes sobresaltos y, para ello, apelan al buen criterio de los poderosos.
La pregunta que muchos se hacen hoy día es: ¿para qué sirve este foro y muchos otros encuentros que se realizan cada año si la situación –a pesar de los informes que la denuncian– sigue no sólo igual sino peor que antes? En  efecto, los riesgos potenciales que anuncia el Foro de Davos, tales como la crisis alimentaria, la posibilidad de nuevos fallos de los sistemas o las instituciones financieras o una profunda inestabilidad política y social se vienen arrastrando desde hace décadas. Si agregamos a lo anterior el alto desempleo juvenil, las crisis fiscales, la crisis del agua, etc., tenemos un cóctel explosivo que, sin cambios estructurales al sistema de cosas imperante en el mundo, nos lleva a una catástrofe de dimensiones incalculables. Lo que grafica la esperanzas de los poderosos y la mantención del statu quo, son las declaraciones de las últimas semanas de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, cuando nos dice que “el optimismo está en el aire”, dado el renovado protagonismo que en la economía mundial cobran los países desarrollados y, de paso –hay que decirlo–, el mal desempeño de los llamados países emergentes que sólo hace cuatro años eran la esperanza para resolver los problemas de la economía global.
En una entrevista a la revista El País Semanal, la Sra. Lagarde reconoce que, si bien en el año 2007 la crisis se vio venir, “tenían la impresión de que EE.UU. iba a resolver y arreglar su sistema financiero como para evitar que hubiera una crisis financiera mundial. Eso no sucedió –continúa Lagarde– y en septiembre de 2008 la caída de Lehman Brothers puso en jaque a las economías avanzadas”. Lo concreto es que el rescate de los bancos no fue oportuno porque las economías de algunos países estaban construidas, como ella dice, “con esteroides” y sobre la base de volúmenes enormes de liquidez y de especulación basados en el desarrollo inmobiliario. Si bien este cuento lo conocemos, la otra pregunta que nos hacemos es: ¿qué medidas se han tomado para que esto no se repita?  Y la otra que cae de cajón: ¿quién paga los costos de la farra?
Los antecedentes  indican que los costos los están pagando los sectores populares y que hasta el momento estamos lejos de la esperanza de que el sistema bancario “esté saneado, saludable y bajo control” para la total recuperación de la economía mundial.
Según algunos economistas, se estaría perfilando un nuevo mundo que permitiría la salida a la crisis económica que nos precedió e  impulsaría también retomar los temas que quedaron en el olvido por “salvar a la economía global del abismo”, tales como la desigualdad, la salud y el cambio climático, entre otros. Lástima que, para resolver estos grandes temas, las recetas son las mismas que han fracasado hasta ahora. Como dice una publicación del viejo mundo: ¿quieren la liberación del mercado del trabajo y al mismo tiempo denunciar la creciente desigualdad de renta?
Más allá  de la crisis financiera, como señala el periodista de El País Semanal, estamos viviendo una crisis moral del capitalismo de casino, cuya factura pagan los débiles.
Los indignados, víctimas del mundo, plantean que esto “no es una crisis, sino una estafa, que ha producido más pobreza y sufrimiento”. En definitiva, nadie quiere ponerle el cascabel al gato: la crisis actual no tiene soluciones fáciles y con las recetas del Fondo Monetario Internacional, ni cien Foros Mundiales nos salvan de la catástrofe futura. En este caso, no podemos aplicar el aforismo de que en toda crisis hay una oportunidad.