Thursday, September 23, 2010

EL MIEDO EN CHILE

El Miedo En Chile



Si revisamos las encuestas realizadas en los últimos años veremos que los chilenos estamos llenos de temores, amplificados hoy día por el terremoto y por la incertidumbre que depara las políticas del nuevo Gobierno. Perder el empleo, la vivienda, una vejez sin protección social, la delincuencia, los emigrantes del Cono Sur, no tener acceso a una educación digna para nuestros hijos, etc. Las parejas jóvenes no se atreven a tener hijos por causa de los miedos que acosan a nuestra sociedad.

El miedo en Chile tiene dos componentes: por un lado, miedo concreto a perder el trabajo, y por el otro, el miedo más general que es expresión de la precariedad con que enfrentamos esta sociedad global.

Hoy, el mundo es fuente de peligro: el calentamiento global, la crisis de los carburantes, son ejemplos de situaciones que no manejamos y que inciden profundamente en nuestras vidas.

Paolo Virno, filósofo italiano, dice que el miedo por un motivo determinado (perder el trabajo) era algo socialmente gobernable y que ahora, en cambio, en la globalización, las dos cosas son una sola. Es decir, cuando siento un miedo por un peligro concreto siento también mi precariedad y la del mundo como tal.

El Estado ha perdido su capacidad de ser un Estado Nacional que cobija a todos los hijos de la Nación y hoy en la medida que la economía se mundializa, se globaliza, muestra sus profundas disfuncionalidades.

Jurgen Habermas, en su Teoría de la Acción Comunicativa, describe cómo el tipo de organización social y económica que se basaba en el intervencionismo estatal en la economía, la democracia de masas, el Estado de bienestar social, que caracterizó las sociedades occidentales de posguerra, se ha venido al suelo con la globalización y con ello la organización del Estado Social que neutralizaba los conflictos sociales.

El proceso arriba descrito repercute con fuerza inusitada en “países localizados” como el nuestro. Ser local en un mundo globalizado, nos dice Zigmunt Bauman, es señal de penurias y degradación social. En efecto, las elites de los globalizadores son extraterritoriales y abarcan todas las esferas de la producción de ideas, valores y mercancías.

En Chile, este proceso hace emerger un nuevo modo de ser en la esfera pública que se caracteriza por el hecho que el Estado quedó obsoleto, inadecuado. Esto produce inequidades y pérdida de confianza de la ciudadanía en la democracia y sus instituciones. Ya no basta con votar, porque al final de cuentas los políticos hacen lo que quieren y no lo que el voto popular los obliga. El ciudadano en sociedades periféricas como la chilena actual no cuenta.

¿Qué hacer ante esta situación? El único camino es permitir que los ciudadanos expresen sus singularidades a través de organizaciones propias. El movimiento pingüino es un ejemplo paradigmático de este proceso nuevo y están emergiendo otros movimientos sociales, al margen y en contradicción con la esfera estatal. Pareciera ser que estamos ante un fenómeno de democracia no representativa, que se abrirá camino con o sin la anuencia de los partidos políticos.

Los partidos políticos hoy por hoy no son fuente de cambio social. Por el contrario, en muchos casos lo limitan, ya que en más de una ocasión actuaron como freno de las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad. Un caso emblemático en este sentido lo encontramos en el movimiento sindical, cuya debilidad fue en muchos casos provocada intencionadamente, con el pretexto de evitar un desborde de demandas de los trabajadores que pusiera en riesgo la estabilidad económica del país.

Ninguna iniciativa de fortalecimiento de dicho movimiento fue impulsada por los gobiernos concertacionistas con la intensidad requerida para llevarla a cabo exitosamente. Veinte años de gobierno era un período más que suficiente como para haberlo logrado. No hay excusa sobre el punto y cualquiera que se quiera esgrimir, resulta una burla a la inteligencia de los chilenos. ¿Dónde estaban los partidos políticos progresistas que integraban la Concertación? Uno al menos se dedicaba a defender a las ballenas.

El estilo ciudadano que impulsó la Presidenta Bachelet, durante los primeros meses de su mandato, descolocó a la clase política nacional. No lo entendió y por eso se equivocó al interpretar las señales de rebeldía de la gente, cuando justamente era este nuevo estilo el que alimentaba las bases de la nueva sociedad. Desgraciadamente, la Presidenta no pudo sostener con intensidad creciente el nuevo estilo.

Hemos iniciado una nueva época ciudadana, que se caracteriza por la exigencia de más participación y la búsqueda de nuevos canales de expresión. El Gobierno de Piñera no entiende este cambio y ha tomado el camino equivocado de suplir política por tecnocracia.

Si no entendemos que la sociedad globalizada del futuro está llena de inestabilidad y precariedades, estamos dando palos de ciego. Lo que necesitamos es más y mejor educación, seres humanos más comunicados, informados y por lo tanto más socializados.

El futuro puede “estar lleno de promesas, pero también de errores”, nos dice Virno. Para él, la idea de futuro no está garantizada por la idea de progreso, y por eso hay tanto miedo a lo que viene. Por lo mismo, nos dice, hay que intentar hacer algo nuevo aquí y ahora.


Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador

Wednesday, September 22, 2010

LOS AUTENTICOS DECADENTES

Miércoles 9 de enero de 2008

Por Claudio Vásquez Lazo, dirigente del PPD
TRIBUNA

Los auténticos decadentes
Las políticas de protección social a los más débiles han cambiado la cara del país. Dichas políticas son una realidad y eso no lo puede manipular la propaganda del desalojo.


La Encuesta de opinión entregada por el CEP en diciembre nos confronta con la realidad: los ciudadanos no aprueban el accionar de los partidos -sean de gobierno u oposición- con un resultado final que suma cero. Todos los sondeos muestran que la Alianza no ha logrado capitalizar la baja de la Concertación. El Gobierno de la Presidenta Bachelet, por su parte, según la misma encuesta, ha frenado su caída entre junio y diciembre.

Analizando someramente, no podemos sustraernos a las señales: la derecha y su estrategia del desalojo, de que todo se ha hecho mal, de que el futuro es negro con la Concertación y que es preciso desalojarla, es rechazada por la opinión pública. Porque sólo 20% aprueba la forma cómo la Alianza está desarrollando su labor y 80% cree que Gobierno y oposición deben trabajar unidos. A sólo 21% le parece bien que los parlamentarios de la Alianza voten contra proyectos del Gobierno; sólo 14% cree que el rol más importante de la Alianza es fiscalizar, y apenas 3% piensa que éste sea criticar los proyectos del Gobierno.

Concuerdo con Pepe Auth, sociólogo experto en encuestas y secretario general del PPD, cuando afirma que "hay una visión muy crítica de los partidos políticos y de los parlamentarios en su globalidad. Están instalados los elementos de opinión para una crisis del sistema político, a menos que se hagan reformas importantes". Los ciudadanos, en especial los santiaguinos, pueden estar molestos con la Concertación, pero eso no impide que en la encuesta la evaluación de los últimos diez años y el optimismo para el futuro, 65% afirme que "las oportunidades para surgir y mejorar sus condiciones de vida son mejores que hace diez años", "para personas como usted" y "para los más pobres". El 53 por ciento cree que 2008 va a ser "muy bueno" o "bueno" "para el país"; y un significativo 67% de los encuestados cree que será bueno o muy bueno para "Ud. y su familia". Para Auth, "éste no es un buen clima de opinión para levantar un discurso de crítica total, es más bien favorable para quienes se comprometen a mejorar las cosas a partir de la realidad actual".

El lector se preguntará ¿por qué la ciudadanía no engancha con la campaña de demolición de la Concertación y su Gobierno que la derecha ha implementado, con su hasta ahora fracasada estrategia del desalojo?

Los especialistas en relaciones públicas y marketing de la derecha al parecer no se han dado cuenta de que no es lo mismo vender un producto de consumo masivo -una TV o un perfume- que hacer cambiar las opiniones y posiciones políticas de los ciudadanos. La maquinaria mediática que apoya sin contrapeso las políticas obstruccionistas de la derecha no basta: la ley de la oferta y la demanda corre para el mercado -en que los poderosos siempre ganan-, pero no para el mundo de las ideas.

Los ideólogos de derecha nos prometen un 2008 con "un giro en la calidad de la política que se está haciendo en Chile. Desde 1990, ésta se ha venido deteriorando", además de un nuevo estilo de hacer política. Esta "buena intención" choca con la realidad, puesto que, por un lado, no es la derecha adalid de los cambios que permitan una sociedad más equitativa y, por el otro, su campaña para destruir la imagen del ex Presidente Ricardo Lagos y de otras personalidades así lo demuestran.

Las campañas para desfigurar la imagen de lo obrado por la Concertación -y no me refiero al Transantiago- son síntomas de que la derecha se ha quedado sin discurso constructivo. Nos acusa de obsolescencia y decadencia. Pero quienes lo hacen son los mismos que no han trepidado en aprobar mil pesos en la Ley de Presupuesto de este año para el funcionamiento del Transantiago, mofándose, de paso, de millones de santiaguinos, que ellos dicen defender.

En las dos últimas décadas del siglo XIX se desarrolló en Francia un movimiento cultural y político de corte aristocrático y clasista: el decadentismo. Lo opuesto era el positivismo, cuyo acento estaba puesto en la fe de las posibilidades del ser humano y su sociedad. Con el fracaso del positivismo y su filosofía se desarrolla una "postura vital del fracaso, de la desconfianza en las posibilidades del otro y las propias". La derecha chilena perdió su escudo protector y el tema que hoy la aflige es cómo recuperar los privilegios heredados del régimen militar, perdidos en los años de Gobierno concertacionista; los derechos de gobernar, adquiridos de cuna, les han sido arrebatados por ciudadanos comunes y corrientes.

Cuando la locura homicida de la dictadura se enseñoreaba por el suelo patrio, no sólo no dijeron nada, sino que la avalaron y lo hacen hasta hoy, como sucede con los crímenes de lesa humanidad. En la práctica no le interesan los derechos ciudadanos, y la democracia para ellos es instrumental: vale mientras no les toque el bolsillo. No han logrado desprenderse de la visión del Estado como una mera prolongación de su patrimonio personal. La tesis del desalojo es una demostración evidente de esta concepción. Los auténticos decadentes están en los partidos e instituciones de derecha incapaces de legitimarse como demócratas y republicanos. Su matriz autoritaria es el yugo del que no se han desprendido, y es ése y no otro el motivo que los ha transformado en nuevos profetas de la desconfianza y el derrotismo.

Las políticas de protección social a los más débiles han cambiado la cara del país -¡qué duda cabe!- en los cuatro gobiernos concertacionistas. Falta mucho para tener una sociedad más justa. Pero dichas políticas son un dato de la realidad que los chilenos viven a diario, y eso no lo puede manipular la propaganda del desalojo. El ciudadano hoy molesto con la Concertación espera que rectifiquemos los errores cometidos y profundicemos la agenda de cambios que permitan una sociedad más igualitaria; que cuidemos la unidad y modernización de la coalición y apoyemos los proyectos que impulsa la Presidenta Bachelet.

Tuesday, September 21, 2010

CAMBIOS DE LIDERAZGO

Cambios de Liderazgo



Analizando las últimas encuestas, se observa un evidente distanciamiento entre el apoyo creciente que obtiene la Presidenta de la República y una imagen claramente deteriorada no sólo de la Concertación, sino del mundo político en general.
¿Qué motiva esta situación? ¿Hasta cuándo podrá sostenerse esta dicotomía que afecta a alianza de gobierno? ¿Cuáles son las alternativas políticas que se presentan a mediano plazo, de cara a las elecciones comunales de 2008 y presidenciales y parlamentarias de 2009?
Son preguntas que los actores políticos deben formularse con urgencia, tomando en cuenta que los plazos de respuesta son acotados: el año que se inicia, en el que no se registrarán contiendas electorales, aparece como el período indicado para ordenar el confuso panorama político-electoral.

¿Ideología de la corrupción?

Lo que advertimos a raíz de la tardía denuncia del ex diputado y timonel del PPD es que: las verdades a medias sólo contribuyen a un deterioro de imagen de los actores que las sustentan.
¿Por qué hay actores políticos que niegan lo sabido por todos? Si Chile no es un país carente de cultura política como para que las personas informadas –que son muchas- no sepan que la utilización de fondos reservados fue una practica en el pasado reciente para, el pago de actividades políticas legitimas.

¿Qué se gana con negarlo, cuando la verdad emerge por todos lados? Lo único que se obtiene con ello es centrar la discusión en si el hecho en sí mismo fue verdadero o falso. De esto la oposición se ha colgado para golpear a la Concertación, una y otra vez, olvidando de paso la discrecionalidad criminal que la dictadura militar le dio a esos recursos.

Parece que el mundo político local y no sólo local, seamos justos, -se trata de un fenómeno que afecta a la política a escala global- ignora que en la era de las redes y de los ciudadanos crecientemente informados, negar verdades obvias es el peor negocio imaginable.

El ex Presidente Patricio Aylwin pareciera comprenderlo mejor -con ello muestra su grandeza una vez mas- al decir en una frase lo obvio: “Había ministros que me dijeron que no les alcanzaba el sueldo y autoricé que se les aumentara con cargo a gastos reservados”. Con ello, el ex mandatario pone las cosas en su justo término, lo que permite focalizar la discusión en el plano que corresponde: ¿existe o no la llamada “ideología de la corrupción” denunciada por el ex dirigente del PPD?

“Weltanschaaung” e intereses

El solo hecho que en el año 2003 se lograra un acuerdo de Estado tendiente a transparentar los gastos públicos –avance debidamente recordado por Pablo Longueira a despecho de sus frenéticos compañeros de partido y coalición- muestra que en Chile no existe una colusión entre Estado y prácticas corruptas que pudiera caracterizarse como una ideología en el sentido clásico del término.

No hay que tener miedo en reconocer los errores nuestros. Negarlos es una actitud perfectamente innecesaria y contraproducente. La opinión pública sabe evaluar muy bien a los distintos sectores. ¿Acaso detrás de los permanentemente magros resultados de la oposición en las encuestas no hay también una evaluación ética de fondo?
Pero una cosa es constatar que tal ideología no existe y otra es señalar que las prácticas corruptas son casos menores y aislados. Para demostrar que esto es efectivamente así y que estas conductas no se repetirán, se requiere de una demostración fidedigna, vía normas transparentes a las que concurran oposición y gobierno.

En este tema la actitud de la Presidenta ha sido enérgica y no cabe duda que seguirá siéndolo en el futuro: donde haya responsabilidades comprobadas, se debe actuar con premura, aplicando las sanciones del caso.

A la derecha política le falta una mirada de Estado frente al problema de la corrupción. Si quiere contribuir efectivamente a la construcción de un Chile más transparente, tendría que considerar el apoyo político a todas las medidas anticorrupción que la Presidenta ha presentado. Restarse a las iniciativas de la Primera Mandataria muestran una oposición obcecada y falta de lógica democrática. Las propuestas anticorrupción que presentaron Larrain y Pérez a nombre de la Coalición opositora, se inscribe mas en un acto de propaganda que en el deseo de una política seria que apunte a la solución del problema.

¿Pero cuál es el problema de fondo? Decimos que no hay ideología de la corrupción, pero que hay impedir que esto sea algo más que hechos aislados. Ese “algo más” responde a nuestro juicio a un fenómeno que también adopta un carácter global en el postmodernismo: el creciente peso de los intereses sobre las ideologías en el entramado de los partidos como actores políticos clásicos.

Es un hecho ampliamente reconocido que todo partido político representa una combinación entre ideología o “Weltanschaaung” (cosmovisión) e intereses sociales y económicos específicos. Y lo explicamos de esta forma: no es casual, que en Chile, en el Siglo XIX, los conservadores con una ideología católica tradicionalista estuvieran ligados a la oligarquía terrateniente, mientras que los liberales con una ideología laica lo estuvieran a la incipiente burguesía comercial, minera y a sectores académicos. Por algo el Partido Comunista nació vinculado con los trabajadores del salitre y el Socialista al naciente proletariado industrial ambos marxistas, y que el radicalismo y la Democracia Cristiana fueran expresiones de las llamadas clases medias emergentes, en distintas etapas del desarrollo nacional. Y así suma y sigue: es decir, no se trata sólo de cómo se piensa sino de cómo y en función de quien se actúa.

El problema, de carácter global es que como consecuencia del fin de la Guerra Fría y del mal llamado “ocaso de las ideologías” –hecho muy lejano a una liberación, como algunos han pretendido presentarlo- el factor “weltanschaaung” ha ido perdiendo fuerza en relación al factor de los intereses representados.

Y cabe entonces preguntarse: ¿Qué intereses concretos están defendiendo los partidos de la Concertación? Es aquí donde el panorama se torna más confuso y variopinto. Porque efectivamente los intereses representados son muchos, incluyendo aquellos de quienes buscan profundizar la democracia y superar su marginación económica y social. Sin embargo, tienden a hacerse particular e incómodamente visibles los intereses de determinados grupos económicos –ya muy bien representados por la coalición opositora- tanto como los de algunos funcionarios del Estado que tienden a ser permeable a esas presiones.

¿Acaso quienes ponen en cuestión la existencia de una AFP estatal no representan precisamente esos intereses empresariales? ¿O la defensa a brazo partido que personeros vinculados al gobierno hacen de los cobros abusivos de las Concesionarias de Autopistas no está en línea directa con intereses económicos y profesionales que vinculan a estas mismas personas con las citadas empresas? Para qué hablar de la defensa que personas ligadas a partidos de gobierno han hecho de las empresas mineras, en contra de la introducción del royalty y de las tabacaleras, entre otras. A pesar de que estamos hablando de individualidades, que no representan a los partidos políticos y menos a la Concertación, la lista es larga y no pasa desapercibida ante los ojos de la opinión pública.

Los apologistas del postmodernismo podrán decir que en la era del ocaso de las ideologías estos fenómenos son normales y que reflejan los mayores niveles de libertad y de multiplicidad de preferencias que caracterizan las sociedades modernas. Curiosamente, la mayoría de la población no lo ve así, e intuye quien representa y quien no a sus propios intereses.
Y aquí volvemos a lo señalado en el primer párrafo de este análisis: Quizás contraviniendo las teorías políticas clásicas, no son los partidos, ni el parlamento, sino que el gobierno, y particularmente la Presidenta de la República, quienes aparecen como depositarios de los intereses de las mayorías que buscan la profundización de la democracia y la superación de la marginación económica y social.

Eso es precisamente lo que están demostrando las encuestas: la gente aprecia la voluntad, la disposición y sobre todo las medidas del gobierno y de la Primera Mandataria para impulsar cambios de fondo. Pero se mantiene y crece la desconfianza hacia los partidos políticos de cualquier color.

El problema –específicamente para el conglomerado de gobierno- es hasta qué punto podrá mantenerse esta dicotomía en el fondo perversa: porque a estas alturas, y con esta Concertación, el prestigio de la Presidenta Bachelet no es recuperable para la alianza de gobierno. Sólo un cambio profundo dentro de la Concertación, podría contribuir a salvar el actual estado de estancamiento de la coalición oficialista. Y ojo, que ya la Concertación no puede confiar en la incapacidad crónica de la derecha para ganar las elecciones (incapacidad que sectores de la propia derecha parecen asumir, de acuerdo a las últimas declaraciones del timonel de RN).
Los partidos políticos chilenos no tienen percepción de la crisis de representación que viven. Por ello no reflexionan, no teorizan y menos se replantean que las herramientas que usaron con buenos resultados en el pasado hoy son completamente inútiles. Si nos atenemos a lo que plantean los partidos como visión de futuro-no repararando que las cosas andan mal- el país estaría a la deriva.
Lo que la mayoría de la gente percibe cuando reflexiona. Es que vivimos un escenario de desigualdad económica y social muy desesperante, un país cuyo progreso hacia el reconocimiento de normas comunes de tolerancia y desarrollo humano es inaceptable. Esto que intuición generalizada en la sociedad no lo es en lo partidos políticos locales.
Hay un sector de la derecha política que pretende sacar a la Concertación del Gobierno anticipadamente desgitimandola por la manera en la que utiliza el poder del Estado argumentando que: Gano las elecciones presidenciales gracias al mal uso de los planes sociales, píldora del día después, planes anticorrupción, nombramiento de funcionarios de Gobierno, regulaciones económicas, creación de comisiones investigadoras en el Parlamento. En suma, todo esta corrupto y por consecuencia es un gobierno ilegitimo.
Por otro lado, sectores de militantes de partidos de la Concertación en su lucha del poder por el poder no trepidan en tratar de establecer en el ideario social: La llamada ideología de la corrupción que atravesaría a los gobiernos concertacionistas desde sus comienzos o que estamos reviviendo los peores tiempos de la UP -por lo que ellos ven- como el cuoteo político desigual en los cargos públicos. Unos consientes y otros no, apuntan a lo mismo, deslegitimación de los procesos eleccionarios en los que fueron limpiamente derrotados.
Si la ceguera en los partidos de gobierno y oposición continúa y las elites dirigentes no corrigen sus prácticas erróneas la posibilidad en un plazo no lejano del despeñadero y el caos institucional no seria un escenario imposible.
Esta perspectiva debe rechazarse -entendiendo que la política es frecuentemente el escenario tanto del conflicto como el de la cooperación- perfilando la búsqueda del acuerdo que profundice el proceso democrático como la tarea central. La ciudadanía eligió un gobierno y una oposición: Contamos con las reservas éticas y políticas de la Presidenta y con la responsabilidad de la abrumadora mayoría en las coaliciones de gobierno y oposición para poner fin a esta insensata política de descalificaciones.


Claudio Vásquez Lazo
Ex embajador, Dirigente PPD

LA REVOLUCION DE LA CONCIENCIA

La Revolución de la Conciencia

Rolando Araya Monge
Ante el impacto que le produjo el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, con más de 2500 científicos de 130 países, Jacques Chirac, Presidente de Francia, de probada alcurnia conservadora, dijo: “Ha llegado el momento que se produzca una revolución, la revolución de la conciencia, la revolución de la economía, la revolución de la actuación política”. El informe Stern, el documental de Al Gore y la publicación del The Observer, de Londres, sobre una investigación ordenada por el Pentágono, precedieron este último anuncio, todos con proyecciones alarmantes sobre el calentamiento global, cuyos efectos hemos empezado a ver.

Incapaces de soñar con algo mejor, y habiendo puesto a las ideologías progresistas en la hoguera del fundamentalismo de mercado, y acabar de incinerar así los restos de la izquierda revolucionaria, en lugar de construir altares para nuevas vocaciones utópicas, nos aprestamos a encarar la posibilidad de una catástrofe ambiental. Casi no hubo ascensos en las condiciones de vida en 8000 años, desde el inicio de la era agrícola. Y no habría sido la industrialización, ni el capitalismo, ni la globalización reciente, montada sobre una relampagueante revolución tecnológica, la razón de semejante aumento de la población mundial y del consumo, como ha ocurrido en los últimos dos siglos, sino por haber contado con los combustibles fósiles como fuente energética, y multiplicar así la capacidad del ser humano para extraer riqueza y saquear la Naturaleza. El petróleo, más que la ideología, explica la expansión reciente.

La historia conocida es el recuento de nuestras luchas por poder y, según Nietzsche, el eje de la cultura ha sido, justamente, la voluntad de poder. El escenario de combate de los últimos tiempos ha sido el economicismo, la economía como centro del quehacer humano jugando un nuevo evento de nuestras luchas por poder. Con los grandes avances desde los albores de la modernidad, la tecnología le disputa el trono de la civilización a la religión misma y un materialismo rampante domina la mente moderna. Pero la seducción por la materia se ha convertido en el mayor espejismo. Cuanto más se tiene, más se desea. En una “dance macabre”, bajo los efectos de un adictivo hedonismo consumista, guiados por la codicia como el valor fundamental, avanzamos hacia uno de los mayores peligros de todos los tiempos. Pronto, no contarán tanto el progreso, el crecimiento o el desarrollo, ni siquiera las momentáneas discusiones sobre los efectos del libre comercio, pues las circunstancias nos avocarán a salvar la Tierra y a la humanidad de amenazantes cataclismos.

El cambio climático y el fin de la era de los combustibles fósiles se impondrán en la agenda mundial. Al Gore señaló que estamos ante una emergencia planetaria. ¿Y cuál será la alternativa? ¿Una nueva ideología? Más que eso. Será un cambio de cosmovisión, de paradigma, una nueva economía y una nueva política. Como ya hemos dicho, no se trata de cambiar de barco, es cuestión de cambiar de océano.

Después de haber pasado por etapas más primitivas, la mente humana evolucionó hasta la era de la razón. Paradójicamente, en el cenit del conocimiento, el homo demens se impone al homo sapiens. La destrucción de los recursos naturales, la guerra, la miseria y la desigualdad nos muestran ya sus secuelas. Sin embargo, como decía Teilhard de Chardin, el siguiente paso evolutivo se dará en la conciencia humana, pues más allá de la era de la razón hay otros estadios mentales. Millones de seres humanos, según estudios, han empezado a vivir una especie de era ecológica, con abundancia sí, pero más frugal, más amorosa, menos jerarquizada y –obvio-, más ligada a la naturaleza.

Esto abre grandes horizontes para Costa Rica, que rinde culto a su riqueza natural con sus políticas de conservación. El país podría encontrarse en el umbral de una conciencia ecológica. El MINAE ha puesto la meta de convertirnos en un país neutro en producción de carbono. ¡Gran ejemplo! Pequeña en territorio y población, Costa Rica podría alcanzar más prosperidad, equidad y libertad si decide ofrecerse como modelo del paradigma ecológico, como una nueva gran Arca de Noé, como la primera República Verde del mundo, y diseñar otra estrategia para acometer los problemas de hoy. Biodiversidad, energía renovable, excelencia educativa, culto reverente a la verdad y la profundización de la democracia podrían ser algunos componentes de esa estrategia, y también la contribución costarricense a la revolución de la conciencia propuesta por Chirac, la cual pareciera ser el ineludible salto cuántico de la civilización. Costa Rica no necesita entregar su cédula de identidad como nación para subsistir en el ámbito global. Tenemos de sobra de qué vivir y cómo dar nuestro solidario aporte a la humanidad.

REVOLUCION EDUCATIVA: LA BUSQUEDA DEL SER HUMANO LIBRE

REVOLUCION EDUCATIVA: LA BUSQUEDA DEL SER HUMANO LIBRE, de Rolando Araya Monge




El maestro que en medio de sus seguidores se pasea a la sombra del templo, no da de su sabiduría sino más bien de su fe y de sus sueños… Y si es de verdad un sabio, él no os convidará a la casa de su sabiduría, sino que os conducirá, más bien, al umbral de vuestro propio pensamiento.
Jalil Gibrán

Vivir es aprender. Todo en la vida es un viaje para conocer. Buscamos poder, placer, certidumbre, felicidad. En el fondo, nos buscamos a nosotros mismos. Pero no lo sabemos, ni sabemos hacerlo. Ni siquiera sabemos quiénes somos en verdad. Caminamos como sonámbulos, creyendo estar despiertos. Y esperamos que el sistema educativo nos prepare para el largo viaje de la vida, nos enseñe a convivir, a conocer nuestro mundo y a realizarnos como seres humanos. En realidad, no se pretendió lograr una educación transformadora al inicio del actual sistema, hace unos doscientos años, sino enseñar cosas elementales como leer y escribir.

Es posible que un modelo educativo como el actual, creado para una sociedad ya inexistente, más bien logre extraviarnos, y en lugar de ser felices y alcanzar sueños, acabemos en la frustración y el sufrimiento. Al contrario de la naturaleza que introduce un gusano en un capullo para acabar su vida como una bella mariposa, los seres humanos nacemos como bellas mariposas y morimos envueltos en un capullo, vencidos. La humanidad tiene gigantescos desafíos. Es necesario construir un nuevo mundo, una nueva civilización. Ese es el reto. La arrogante era de la ciencia y la tecnología ha producido grandes avances, pero no ha podido deparar la paz, la alegría, la salud, la armonía, la felicidad. El materialismo subyacente en la cultura conduce a la destrucción del planeta y amenaza a la propia especie humana.

El desafío de hoy es prepararnos para la aventura del cambio de civilización. Y la manera más eficaz de construir una sociedad nueva consiste en cambiar la educación de las generaciones más jóvenes. Ahí radica la importancia de plantear una educación diferente, no solo adaptada a las nuevas circunstancias, sino dirigida a formar seres humanos capaces de afrontar los cambios en un mundo en crisis. Sin embargo, solo una sociedad nueva es capaz de generar ese cambio. Caemos entonces en la paradoja del huevo o la gallina. ¿Por dónde se comienza?

La era de la educación masiva ha tenido importantes logros en muchas partes después de dos siglos de haberse introducido. La era moderna ha marcado la etapa de progreso jamás vista en la historia. Pero el actual sistema no es capaz de responder a la complejidad y las necesidades de un mundo muy distinto, con una explosión de conocimientos sin precedentes. Las ideologías del mecanicismo materialista no son capaces de dar las respuestas. Derecha o izquierda, socialistas o capitalistas, conservadores o progresistas, todos estamos entrampados en los moldes de un paradigma incapaz de ofrecer horizontes. Tanto la educación de los países socialistas, como los capitalistas pretendieron formar seres humanos para la modernidad, con criterios basados en la primera revolución industrial. Ninguna de ellas aspiró a una educación crítica ni humanista. Ambas se inspiraron en el utilitarismo.

La historia del mundo moderno muestra varios cementerios de reformas políticas y económicas fracasadas. Ahora se trata de una transformación no de los sistemas políticos, sino de nosotros mismos. Hace falta una nueva humanidad, un nuevo ser humano que sepa reconocerse no como un ente separado de Dios, del mundo, de sus semejantes y de su entorno natural, sino como parte de una Unidad, de un Todo. Solo una nueva inteligencia surgida de una cultura holística nos hará ver la naturaleza caórdica de todo cuanto existe, reconocer las nuevas reglas de la convivencia, prepararnos para vivir en una creciente complejidad, en un mundo incierto, diferente a la imagen estática en que se basa la educación actual.

Cuanto más orden pretendemos imponer, más entropía logramos cosechar. Ya no basta con transferir conocimientos, quizás ni siquiera sea lo principal. Ahora se trata de formar un nuevo ser humano. Eso implica, además, una metamorfosis de la conciencia, una revolución del espíritu, aprender el significado de conocernos a nosotros mismos, acabar el dogmatismo presente en todos los ámbitos de la cultura, con la visión de un mundo fragmentado.

El nuevo pensamiento habrá de mostrar el camino del ser libre y empático que busca su felicidad en el servicio a los demás y en el culto al sagrado entorno natural que nos acoge. Más que humanismo, aprender a convivir en armonía con la naturaleza, se puede llamar ecohumanismo. Y todo esto implica una verdadera revolución educativa, no simples reformas que solo logran perpetuar un sistema que pretende enseñarnos a vivir en una sociedad que ya no existe.

La educación debe ser colocada en el centro de la cultura. Gobernar es educar, inspirar. Aprender transforma. Y es tarea de toda la sociedad. La realidad social no deviene como producto de leyes, ni instituciones. Es la cristalización de nuestros pensamientos, ideas, creencias, emociones, palabras, decisiones y anhelos. Los acontecimientos recogen factores psicológicos, informativos, epistemológicos, etc. Y la física cuántica ha demostrado que la conciencia, por sí sola, modifica la realidad observada. Hasta las decisiones políticas acaban siendo una consecuencia de la conciencia colectiva. Cambiar la sociedad empieza por cambiar la conciencia individual y colectiva.

Educar no debe ser simplemente un entrenamiento, un aprendizaje cognitivo, sino la formación de las bases con las cuales pueda crecer el ser humano y alcanzar los más altos goces del espíritu. Si queremos que la educación sirva para algo más que entrenar los robots del sistema, debe proponerse una transformación de la conciencia. Sin un nuevo aprendizaje no habrá posibilidad de propiciar un nuevo paradigma, que solo podrá venir como resultado de una nueva cosmovisión, un nuevo saber. Más luz, dijo Goethe al morir.

Todo debe girar en torno a mejorar al ser humano como la base para mejorar todo lo demás. La prosperidad es consecuencia de mejor educación y mejores valores. Y nunca funciona al revés, como pretende la barbarie economicista que impone la vulgar concupiscencia consumista como la base del mejoramiento. Educación no debe ser sinónimo de escuela. Esta cuenta mucho, pero no más que el hogar, la comunidad, la fábrica, la oficina, los medios o Internet. Todo debe ser espacio educativo y todas las experiencias deben tener un vector educativo.

La sociedad entera asumirá la responsabilidad educativa. Así como los partidos han perdido la primacía en el escenario del cambio político, la escuela la ha perdido en el cambio educativo. Un joven de 18 años en cualquier sociedad moderna ha aprendido en el aula solo un 10% de todo lo que sabe. ¿Entonces? ¿Escuela y educación? ¿De qué estamos hablando? Es preciso cambiar el concepto mismo que mantiene el matrimonio entre educar y escolarizar. Por ahí debe empezarse, pero antes veamos dónde estamos.

LA EDUCACION ACTUAL

La escuela de hoy es producto de la estética del modelo industrial que hizo del ser humano una pieza de engranaje, e impuso una educación memorística, vertical, conductista, descontextualizada, acrítica, fragmentada, utilitarista, centrada en la generación de destrezas para el trabajo. Así, los jóvenes acaban siendo reproductores de las peores lacras del sistema. El sistema convencional desarrolla una estrategia para ajustar al individuo a la sociedad tal y como existe.

Un sistema como el actual, centrado en la expansión del conocimiento, a través de métodos ineficaces y reñidos con la realidad ha empezado a generar reacciones negativas. Si es por lo que hacemos, estamos en la era del entretenimiento y el espectáculo. Pero la escuela pretende enseñar a fuerza de disciplinar el aprendiente, a someterlo, a dominarlo, no a enseñarle el amor por aprender, ni a disfrutar del proceso. El rechazo al estudio, un desprecio por la lectura y la disminución de las capacidades son sus efectos más obvios. Un sistema así acaba fomentando la pereza mental, la mediocridad, el aburrimiento, el oportunismo, el fraude, el desinterés y la pérdida de creatividad, de autoestima e inteligencia. Cuando más, un sistema centrado en suplir información, a falta de conciencia, puede formar una especie de barbarie informada, masas de alienados, presas fáciles de todo tipo de adicciones para aliviar la silenciosa desesperación que sufre una inmensa mayoría de los seres humanos.

Nuestro sistema recibe niños genios a los cinco años, y los saca atontados con título de bachiller a los dieciocho. Nuestras escuelas y colegios son fundamentalmente centros para la ideologización disfrazada y el dogmatismo, para crear miedo, conformismo, indiferencia, anomia y la ausencia de iniciativa. Nuestro sistema se realiza a través de enseñar a través del miedo, la autoridad, y con ello fomentar la pasiva sumisión al orden establecido. Su objetivo es formar seres predecibles, ausentes, incapaces de experimentar el verdadero goce de la libertad.

La televisión crea, paralelamente, una suerte de hipnosis, autómatas insensibles, seres víctimas de necesidades artificiales, del consumismo. En efecto, la televisión es capaz de sumir a los seres humanos en los niveles más profundos de inconsciencia, como el alcohol o las drogas. Y en el mundo actual, la televisión acapara buena parte de la vida humana. Un norteamericano de 60 años se habrá pasado en promedio quince años ante la pantalla de un televisor. Y los costarricenses no andan lejos. Los canales de televisión inventan toda clase de tretas para aumentar la alienación televisiva. Al final, la realidad se transmuta. Lo real de la vida se invierte y empieza a girar en torno a lo que ocurre en el televisor. Ningún acontecimiento llega a ser verdadero si no sale en la televisión, la cual define nuestra propia existencia.

Los educadores, convertidos en burócratas por el sistema, deben enfrentar toda clase de problemas como la pobreza, los dramas del hogar, la falta de recursos técnicos, de significados y terminan sin motivación. Hemos convertido la escuela en un campo de batalla, un conflicto entre alumnos, profesores, padres de familia y administradores. La palabra reforma es evocadora de toda clase de experimentos e intentonas que no pasan de maquillar un sistema moribundo.

Los políticos solo hablan de estos temas en campaña. No están hechos para desafiar sistemas. Y los educadores no son capaces de introducir los cambios, también los han convertido en piezas de un sistema que domina, ordena, manda, intimida. Son esclavos del reloj, de las fechas fatales del calendario y de los informes establecidos, como parte de una liturgia burocrática sin sentido. Los han montado en una “rueda de caballitos”, para ver cada día, cada semana, cada año, la repetición de un drama desgastante.

La escuela es hoy por hoy un ámbito de conservadurismo. Con todo y la frustración que genera el despiste de la política, la economía, la psicología, los sistemas de salud, el sistema educativo está todavía más rezagado. Y los jóvenes, cada vez más cansados, incitados a buscar el camino fácil, ni siquiera se dan cuenta de la aniquilación de su creatividad, su inteligencia, su curiosidad, su imaginación, de la oclusión progresiva de sus capacidades. Los colegios parecen prisiones, no solo por su estética, sino por el aire que se respira. Pero los estudiantes que logren escapar de este “Matrix” totalitario son una esperanza de la verdadera rebelión que abra las trochas del cambio.

De igual manera que los partidos políticos están al margen de los cambios que necesita el mundo, el cambio educativo no tiene a la escuela como su espacio natural. Los educadores realmente interesados por el cambio educativo son una minoría, la mayoría hacen su trabajo, pero su preocupación se centra en las condiciones laborales. Solo de contrabando podrían entrar las ideas nuevas, como una conspiración oculta, pues todo el sistema está regido por una burocracia central perezosa y retrógrada, orientada hacia el clientelismo político.

La hipnosis electrónica, esa dependencia existencial de aparatos manejados mecánicamente nos deshumaniza, somos un aparato más. La escuela es una formalidad, un proceso lineal cuyo objetivo es un título. Nuestro sistema ni siquiera ha llegado a deparar el ambiente liberal que lo inspiró, pues las prácticas políticas obsoletas y los prejuicios religiosos siguen siendo un freno para una educación humanista y crítica.

A todo esto, debe agregarse la falta de recursos, la obsolescencia de los objetivos, la ineficiencia de los métodos, la verticalidad, la desmotivación del personal docente, la distancia con la comunidad y la familia, el abuso del Ministerio de Educación contra los educadores, la incapacidad de los máximos responsables, los trastornos psicológicos y la segregación social creada por el auge de la educación privada: una especie de apartheid educativo surgido como resultado de la caída de la educación pública y de su incapacidad para responder a las demandas crecientes del mundo actual. La visión fragmentada de mundo, causante de la mayor parte de los males que sufrimos, tiene en esta realidad uno de sus más fuertes alicientes.

Costa Rica es un país que puede dar testimonio de la importancia de la educación en la formación de cualidades para lograr estabilidad política, mejoramiento económico y avance social. Y tiene experiencias que pueden ser útiles para una transformación, algo más que los remiendos hechos en los últimos tiempos. No podemos valorar los resultados como fracaso en virtud de la situación actual. Es preciso darnos cuenta que en 1947, de acuerdo con Isaac Felipe Azofeifa, el 80% de los educadores ni siquiera habían concluido la escuela primaria. Con ellos, se creó el Instituto de Formación Profesional, con lo cual se obtuvo un gran avance. El desafío de hoy nos sorprende con ventajas mucho mayores. En realidad, los problemas de calidad visibles están asociados a una expansión muy rápida, especialmente en la enseñanza media, que es donde se observan más deficiencias. Pero antes de plantear la naturaleza del cambio, es preciso saber qué hacer, cómo hacerlo, con quién hacerlo y quién puede iniciar un proceso de este tipo.

UNA REVOLUCION EDUCATIVA

Advierto que no es posible abordar todos los aspectos, pero comentar algunas ideas ayudaría a darnos cuenta de qué se trata. Empiezo por reconocer que el cambio necesario para lograr una educación para un nuevo paradigma trasciende el concepto de un modelo humanista, crítico y progresista. El propósito no es entrenar mejor la mente, o cambiar de filosofía. Se trata de hacer nacer el espíritu que llevamos dentro. Una mutación ideológica en las bases de la enseñanza sería como un viaje planetario. Cambiar de paradigma es viajar a otra galaxia. Por eso es necesario darnos cuenta que esto posiblemente venga acompañado de otros procesos semejantes en la política, la economía y la cultura. El mundo da signos de la urgencia para el viaje.

Paideia

La idea de sociedad educativa o la sociedad aprendiente rebasa el ámbito escolar a la hora de pensar en educación. Es la Paideia que concibieron los griegos, hace veinticinco siglos. Vivir es un proceso de aprendizaje, el cual no debe confinarse a la escuela, ni a una etapa determinada de la vida. Todo el quehacer humano debe verse desde una óptica educativa y entonces toda la comunidad debe involucrarse: el hogar, la fábrica, la oficina, los medios de comunicación, internet, las actividades artísticas, deportivas, hasta el ocio mismo debe estar impregnado de una intencionalidad de aprendizaje. El mejoramiento constante en el área cognitiva, emocional, espiritual y social debe ser una intención inmanente en toda actividad.

Recursos

Pareciera haber un consenso en destinar un 8% del PIB a educación y eso parece conveniente. Sin embargo, no lo es si se piensa en que solo con ello, vamos a lograr una educación de calidad, ajustada a los enormes y fascinantes retos de nuestra era. Más recursos para hacer lo mismo es poner más combustible para avanzar en la dirección equivocada. Si nuestra carrera se dirige al norte, poner autos de más potencia para avanzar hacia la dirección contraria solo logrará alejarnos de la meta. Pensar que mejorar la educación es simplemente dotarla de más recursos puede conducir a profundizar más las lacras y despropósitos. Sí conviene poner más recursos, hacer un mayor esfuerzo por parte de toda la sociedad, pero antes de eso, debe ponerse sobre la mesa de discusión, la necesidad de una transformación real.

Amar el estudio

El paso inicial de la estrategia consiste en recuperar el significado del proceso educativo, valorarlo, disfrutarlo. Quien ama el estudio seguirá aprendiendo toda la vida, contrario a lo que ocurre ahora: los jóvenes están deseando salir de clases, a vacaciones, concluir los estudios. No tener que leer más, ni hacer exámenes, ni tareas. Lo que más aprenden los jóvenes al terminar estudios secundarios es detestar el estudio, la lectura. Poco se va a lograr si no se cambia esta realidad. Ligar el estudio con experiencias como gusto, placer, gozo, alegría y amor puede agregar el “eros” que Platón vio como ingrediente fundamental para el aprendizaje. La mejor maestra no es la que sabe más materia, sino la que enseña a amar al estudio. Una vez hecho esto, el aprendiente podrá seguir por sí solo. Solo necesitará una guía. Educarse en estas circunstancias, se parecerá más al camino del autodidacta, que aprende por amor, no por obligación.

Inteligencia emocional

Desde que Daniel Goleman acuñó el concepto ha surgido una verdadera explosión de aportes sobre este tema. El Colegio ILPPAL sigue mostrando resultados sorprendentes con una serie de ideas relacionadas con este concepto. Cuando pregunté cual era el factor individual que más influiría en su éxito, me dijeron que sería la eliminación de todo tipo de violencia, hasta en los detalles menos perceptibles. Así logran acabar con el miedo inherente a buena parte de las relaciones humanas, freno eficaz para el crecimiento y el aprendizaje.

Aprender a manejar emociones es posiblemente la destreza más importante en la vida. Muchos fracasan habiendo obtenido doctorados, o después de lograr fortunas, porque el analfabetismo emocional, propio de la inmensa mayoría de los seres humanos, acaba destruyendo relaciones hasta con los seres más queridos, creando enfermedades de todo tipo y saboteándolo todo. Hay tareas más importantes que enseñar materia o atosigar de información las mentes. De todas maneras, el inmenso potencial de Internet tendrá algo que decir sobre una educación cuyo fin es poner en nuestro cerebro apenas millonésimas del conocimiento disponible. ¿Qué clase de objetivo es este?

Recuperar la autoestima, la capacidad de valerse por sí mismo, formar el carácter, la asertividad, la espontaneidad, la empatía, la responsabilidad, la fe en uno mismo, la alegría y la capacidad de vivir plenamente es mucho más importante que seguir igualando educar con informar. Saber reconocer las emociones y manejarlas es esencial. He aquí otro de los grandes rumbos de una nueva educación.

Aprender a aprender

Aquí se inicia el camino. No se trata simplemente de mejorar las técnicas para ampliar los conocimientos y más eficacia en crear destrezas. Las investigaciones comprueban la existencia de grandes capacidades aletargadas por la inconsciencia y nuestros métodos educativos. En lugar de centrarnos en los contenidos, debe ponerse el énfasis en desarrollar nuestra capacidad de aprender plenamente, en mantenernos alertas, abiertos, creativos, flexibles. Ver el aprendizaje como un proceso, no como un producto. Darnos cuenta que es posible lograr mejores resultados cuando el proceso se centra en el aprendiente, no en el enseñante. Este debe convertirse en un guía, en un facilitador, un catalizador, un promotor de aprendizaje y partero de ideas nuevas.

Aprender es un viaje personal para el cual debemos recuperar la fe en nosotros mismos, nuestra autonomía y darnos cuenta que tenemos un cerebro con grandes capacidades, subutilizado porque el sistema limita sus expectativas. Tenemos grandes velas, pero recurrimos a los remos para avanzar. El solo agregar diversión a los procesos de aprendizaje produce resultados sorprendentes. Asociar alegría y placer en el estudio no es algo desconocido, pero cada vez se comprueban mejores resultados.

El proceso educativo actual se centra casi solamente en potenciar el hemisferio izquierdo del cerebro, más especializado en procesos racionales, lineales, analíticos, lógicos, en combinar bien la información disponible, en el lenguaje. El hemisferio derecho se especializa en la imaginación, el contexto, la intuición, en las relaciones, en lo incierto. Ahora se trata de aprender con todo el cerebro. Hacerlo desencadena capacidades extraordinarias para aprender y para crear, pero la estrategia educativa está basada en el logos, la razón, el análisis, el avance en la dimensión horizontal del conocimiento. Ahora se trata de desarrollarnos en la dimensión vertical del crecimiento mental, emocional, psicológico y espiritual y luego en adquirir información. Al profundizar es más fácil ver el panorama que hay en la superficie. El aprendizaje se acelera por esta vía y los jóvenes acaban con mucha más cultura, destrezas e información.

Aprender a aprender, aparte de estimular nuestra capacidad, implica una educación para innovar, soñar, cuestionar, inventar, discutir, crear, discrepar, criticar. Aquí, es más importante que el aprendiente haga su propio poema que recitar de memoria los de los grandes autores.

Esta es la razón por la cual, el proceso actual de aprendizaje, aun cuando tiene éxito en llenar los “discos duros” del cerebro de datos e información, también logra reducir la inteligencia, la capacidad de relacionar, de construir, de imaginar. Normalmente se asocia la palabra aprender con memorizar. Este aprendizaje se confina casi solo al propósito de responder para un examen y al poco tiempo se olvida. El estrés implicado empieza a crear un rechazo automático del proceso en sí mismo.

Es preciso dar un giro y reconocer de una vez por todas que informar no es educar. La información necesita de la experiencia para convertirse en conocimiento, y el conocimiento necesita trascendencia para convertirse en sabiduría. Y esto empieza a ser un propósito indiscutible para formar los seres humanos capaces de superar esta gigantesca tormenta entrópica causada por los excesos del paradigma materialista. Aprender a aprender, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir deben culminar con el aprender a ser. He aquí el más hermoso desafío del momento. ¿De qué se trata?

Educación Transpersonal

Esta idea se resume en el concepto de aprender a ser: el verdadero ser humano libre. Pensamos que alcanzamos la libertad cuando eliminamos la opresión y logramos pensar y expresarnos libremente. Ninguna tiranía es mayor que la de nuestra propia mente, nuestro ego. Ni siquiera nos damos cuenta de que en realidad no pensamos, algo nos piensa. Que no hacemos nada, ni tomamos decisiones libres. Vivimos al lado de espejismos, lo que vemos son reflejos, no la realidad. La Educación Transpersonal nos puede guiar hacia la conquista de la presencia, del ser y entonces sí, experimentar a plenitud nuestra propia vida. Existen todo tipo de especulaciones en torno a una nueva etapa de la historia humana. Hasta ahora hemos vivido la prehistoria del espíritu y no hay necesidad de sumarnos al cúmulo de teorías en torno a un cambio de época cósmica. El reto es obvio.

Para actuar ante los hechos y hacer algo, es preciso ser. Para “hacer” debemos “ser”. Esta es la razón por la cual lucimos como impotentes ante el avance de la crisis. Para cambiar las cosas, creadas desde la inconsciencia, es preciso despertar. Este es el sentido que tienen las teorías que anuncian el inicio de una nueva civilización. Algo de más alcance que un nuevo orden político mundial. Hace varias décadas, Teilhard de Chardin sostenía que la humanidad estaba entrando en una nueva fase y era solo cuestión de tiempo para percibir una expansión mundial de la conciencia. Prepararnos para un salto cuántico de la conciencia, para despertar, lograr el ser, la presencia, el estado de conciencia lúcida del instante presente, eso es trascendencia, Educación Transpersonal. Con ello, nos liberamos de la hipnosis, del sonambulismo, de la prisión de una mente que suplanta nuestro ser verdadero.

La educación convencional pretende preparar al individuo para ajustarlo a la sociedad tal y como se percibe. Pero en ello predomina el espejismo de una sociedad que ya feneció. De lo que se trata es de formarnos para un mundo en transición y cambiarlo como producto de nuestra expansión de la conciencia. La crisis ecológica, energética, económica, política, alimentaria y cósmica en la que estamos entrando no tiene solución desde una perspectiva de un modelo mejor, o de una ideología más eficaz. Ahora se trata de nuestra propia transformación.

La Educación Transpersonal tiene un gran contenido científico, pero se distancia de los estrechos moldes de la ciencia mecanicista, el positivismo, el reduccionismo y trasciende los límites de la razón y el logos que han reinado durante varios siglos, como el cimiento del menú ideológico de la modernidad. Tiene sólidos vínculos con la teoría del caos, la física cuántica, la relatividad, la teoría de estructuras disipativas, los campos mórficos, la ecología, la concepción caórdica, los estados elevados de la conciencia, la relación mente-cuerpo, la salud holística, el paradigma holográfico y la visión de un mundo totalmente integrado. Aprender a trascender implica un entrenamiento con técnicas que apenas empiezan a aplicarse en las escuelas de algunos países como la meditación, el yoga, las artes marciales, la respiración observada, la búsqueda de los llamados estados alterados de conciencia.

Esto es despertar, estar atentos a cada instante, a escaparnos del dominio del torrente de pensamientos locos que dominan nuestra mente. Se trata de lograr la presencia, derrotar la ausencia mental, la enajenación, la hipnosis.

Conócete a ti mismo –Gnoti Seauton-, eran las palabras escritas a la entrada del Templo de Apolo en Delfos, en la antigua Grecia. La frase se atribuye a Sócrates, pero parece venir de mucho más atrás. Conocerse uno mismo significa descubrir el espíritu suplantado por el polizonte del ego que nos ha ocupado. Abundan las tesis que sostienen que la proliferación de genios en una etapa corta, como ocurrió en Grecia, o durante el Renacimiento, está ligada al uso de psicotécnicas dirigidas a potenciar nuestras capacidades a través de la liberación del Ser.

Se piensa que el uso de los dos hemisferios del cerebro y el desarrollo de estados de conciencia que permiten variadas interconexiones cerebrales ha sido una de las formas de explicar la inusitada inteligencia y creatividad de los grandes genios. Mozart sentía que la música le brotaba y Miguel Ángel simplemente sacaba las figuras que supuestamente ya estaban en el mármol. Algo tenían en común con una mente como la de Einstein, para quien la imaginación era más importante que el conocimiento. Sin embargo, estas no son facultades exclusivas o un don especial de mentes prodigiosas. Es una capacidad humana natural y solo necesitamos aprender a manifestarla.

En efecto, aprender a estar presentes, a ser conscientes, a estar plenamente despiertos y alertas desencadena facultades aletargadas capaces de lograr que el joven aprenda mucho más y logre más cultura e información que en el actual sistema centrado en la información. Desarrollar el conocimiento sin conciencia, conocer sin ser, entraña grandes peligros. Tecnología sin sabiduría es poder a ciegas. Es como dar una navaja a un simio en medio de una manifestación. Conocer sin ser es tan riesgoso como un adolescente manejando una motocicleta a toda velocidad, en la noche y sin luces. Eso es precisamente lo que hace la humanidad embelesada en el progreso tecnológico y los encantos del consumismo.

La educación transpersonal, tal y como expone Marilyn Ferguson, en la Conspiración de Acuario, prefiere centrarse en buscar la auto-trascendencia que en formar bárbaros ilustrados y para ello, intenta colocarnos en el umbral de nuestro propio espíritu y mostrar al individuo el gran misterio que habita dentro de sí mismo. Con ello, será posible empezar a desencadenar generaciones de seres libres y geniales, con facultades capaces de acelerar el aprendizaje y la capacidad de crear e innovar. Solo es necesario aprender a concentrarnos en el instante presente, estar presentes, atentos, conscientes.

En lugar de la lógica lineal, el cerebro humano está preparado para construcciones holísticas, sincrónicas, capaces de generar procesos mucho más veloces y abarcadores. Pero lo que hoy se sabe rebasa incluso los análisis hechos desde la perspectiva de la capacidad cerebral. Simplemente el estado consciente induce niveles de inteligencia mucho más altos que la mente lógica y analítica, y son los que suscitan las manifestaciones geniales. Desde la perspectiva cerebral, el hemisferio izquierdo ya no es capaz de generar las facultades necesarias para producir las conductas, ideas y valores propios de un estado superior de la existencia humana. Sin la capacidad intuitiva, el ser humano jamás habría alcanzado los actuales estadios de la evolución. El error ha sido atribuir todo este prodigio a la razón y al análisis lineal.

Esta educación nos enseña a mirar hacia adentro y, sin embargo, ver las estrellas. Fritjof Capra logró descubrir cómo las grandes verdades develadas en los laboratorios de física, a través del riguroso método científico, habían sido expuestas a los místicos de antiguas culturas a través de este encuentro consigo mismo. Con ella, podremos encontrar complementariedad donde hubo contradicción. Aquí se juntarán la ciencia y el arte, el humanismo con la tecnología, la ecología con la economía, lo antiguo con lo moderno, la igualdad con la diversidad, la cooperación con la competencia, la razón con la intuición y muchos otros dilemas más. En realidad, las palabras del oráculo decían: Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y el universo entero.

Plantear estas cosas como parte de un reto para lograr una educación humanista quizás rebasa los alcances de lo que se considera posible. Sin embargo, creo que hacia allá vamos y solo con ello, podemos concebir una nueva humanidad capaz de trascender los problemas de hoy. Einstein sostuvo que “ningún problema puede ser resuelto dentro de la misma conciencia que lo creó”, y eso es precisamente lo que debemos plantearnos.

El grado de entropía generado ya no tiene solución dentro del actual orden, ni siquiera reviviendo el ideal ético que dio origen al socialismo. Este es el nuevo camino para resolver nuestros problemas sociales y ecológicos, lo cual no ocurrirá por la aparición de un nuevo modelo económico o una nueva teoría mesiánica de revolución política. La sociedad humana es una estructura disipativa, como enseñó Prigogine. Como tal, logrará que el desorden de hoy siente las bases de un nuevo orden. Los problemas serán trascendidos por la emergencia de una nueva cultura. He aquí la necesidad imperiosa de una nueva educación: aprender transforma desde adentro, desde abajo. El cambio en el mundo no será posible un nuevo ser humano, con una nueva cosmovisión, y cambio en sus ideas, sus valores, sus relaciones con los demás y con el entorno natural.

LA EDUCACION A LA CARTA

La sociedad del conocimiento opera con parámetros diferentes a los de la era industrial. Con esta, surgió la masificación de la educación como parte de una necesidad de formar obreros disciplinados para trabajar en tareas repetitivas, mecánicas. Entre los cambios de hoy, vemos surgir, al margen del sistema educativo formal, una oferta de posibilidades educativas casi infinita. Se ofrecen cursos de todo tipo por medio de las facilidades de las tecnologías de información y en el propio Internet se encuentra una variedad increíble de posibilidades educativas de manera gratuita. Pensar que la escuela pueda competir con esto es una quimera. Y más bien, esta debe evolucionar para abandonar la masificación a cambio de un tipo de educación en la cual el aprendiente escoge las materias libremente, al lado de una formación básica común.

Cada día resulta menos apropiado concebir la educación como una forma de pasar información o conocimiento en la mente de una persona. Si lo que tenemos es una canoa, no pretendamos vaciar el océano en ella. De lo que se trata ahora es aprender a navegar, prevenir, capacitarnos para lo incierto, desarrollar la inteligencia y saber valorar de manera crítica la información que acumulamos.

Las verdades absolutas en torno al mundo objetivo y el dogmatismo que subyace en ellas no son la forma de afrontar la complejidad creciente de la realidad. Y ahora sabemos que existen talentos especiales para cada quien que se expresan en diferentes inteligencias. Atosigar ecuaciones en la mente de un joven artista logra anular su genio, sin enseñarle bien funciones matemáticas. Cada uno es un aprendiente que diseña su viaje con la guía del enseñante, sin que este deba empezar por llenar su mente de materia.

La materia está más disponible que nunca en Internet y las redes de información y, sin descartar una formación sólida en el manejo del idioma, el lenguaje y la comunicación, o bien en el desarrollo de una cultura científica y social básica, es más útil dotar al joven de destrezas para vivir, y realizarse en la nueva civilización cuyos destellos apenas empezamos a distinguir. De acuerdo con su capacidad innata, su preferencia y sus aspiraciones, el aprendiente deberá escoger parte de su currículo. Esta educación no puede propiciar el facilismo. Debe ser más rigurosa que la actual, solo que en lugar de usar el miedo como estrategia, se usa el amor, la alegría, el gozo para lograr los objetivos.

De Enseñantes a Aprendientes

Todos somos aprendientes y enseñantes de por vida. Nuestra misión es aprender y enseñar. En cada actividad de la vida social, política y económica, debe abrirse un vector educativo claro. Hasta ahora, el modelo educativo se ha basado en educadores, aulas, en la jerarquización y en el uso de métodos dictatoriales (la letra entra mejor con sangre). Si el objetivo era lograr que una persona le pasara la información de su mente a otra persona, era comprensible el método. Pero esto ya no es posible. La educación debe centrarse en el aprendiente. El educador no pretenderá más ser el sacerdote, el autoritario evaluador para convertirse en guía, facilitador, promotor y motivador.

El aprendiente arranca con más ayuda en las primeras etapas para aprender las cuestiones básicas como la escritura y la lectura. Sin embargo, hasta en ello deben hacerse cambios para que el niño aprenda a leer correctamente. Buena parte de los problemas educativos del momento se debe a que un alto porcentaje de niños no han aprendido a leer. El sistema los da por aprobados cuando son capaces de convertir las letras en sonidos, sin verificar la comprensión y mucho menos desarrollar el lector experto, capaz de ajustar la velocidad de su lectura al texto, a su gusto, a su comprensión máxima. Al hacer esto, y en lugar de enseñarlo a detestar la lectura, aprende a deleitarse con ella, estamos dando el primer paso para que ese aprendiente empiece a navegar con vela propia, desarrollar autonomía, capacidad para pensar, para sentir y apreciar sus sensaciones como parte de la información esencial, a discrepar, a manejar sus emociones, a cuestionar y alzar vuelo con base en su propio sueño.

Educación Holística

Este es otro concepto, más conocido y pretende ser la expresión educativa más cercana al nuevo paradigma. En efecto, este término, o bien, el concepto holográfico son utilizados para denominar este nuevo escenario de la evolución humana. De hecho, varios autores hablan de diferentes estados de la conciencia humana a lo largo de la historia, distinguiendo entre ellos algunos períodos más relevantes, cuyos nombres claramente reflejan su naturaleza: mitos, teos, logos y holos. Una era mitológica dio paso a una más avanzada, llamada teológica, más próxima a los inicios de la civilización y el Estado, a través de las teocracias de la antigüedad. Un largo período de formación ideológica bajo el nombre de logos, donde se consolidó la razón, la ciencia, el análisis y otros rasgos de nuestra era. La crisis nos empieza a anunciar una nueva etapa holística.

Y también hay un concepto de educación holística, el cual contrasta con la educación compartimentada por materias y temas, base de la visión fragmentada del mundo y de la filosofía reduccionista. En la educación holística, émulo de la concepción ecológica, todo está interrelacionado, todo está conectado. Y así como 50 billones de células del organismo humano están totalmente relacionadas unas con otras, la educación no necesita compartimentar, fraccionar y todas las materias se integran en un solo aprendizaje. Historia no se ve por aparte de la ciencia, ni la literatura de los estudios sociales, como tampoco la matemática se ve como un lenguaje aislado, sino como parte de una destreza útil en música, las artes y así sucesivamente.

El universo es holográfico, holístico. Ha sido la mente humana la que lo ha fragmentado como ha hecho la medicina con el cuerpo humano. Pero ese reduccionismo no es natural. Todo en la naturaleza nos muestra la rica interrelación entre cada unas de sus partes. Para comprenderlas es necesario verlas en su contexto. Y esta es la base principal de un nuevo enfoque educativo. A esto se suman otras ideas como las comunidades de aprendizaje, los criterios de las inteligencias múltiples, el entrenamiento de los dos hemisferios del cerebro, el ensanchamiento de la conciencia, el carácter multidimensional de la naturaleza humana (individual, social, espiritual, emocional, cognitiva y estética), la desjerarquización del proceso, la transdisciplinariedad, el desarrollo ético, la interdependencia y el trabajo en redes. Como se puede ver, es una propuesta con una enorme riqueza conceptual.

Evaluación

Un sistema nuevo como el propuesto habrá de tener su propio sistema de evaluación, la cual estará más basada en el resultado de los trabajos, la investigación, la exposición en grupo que en la medición basada en exámenes de marcar las respuestas correctas. En lugar de obsesionarse por la respuesta correcta y castigar severamente la respuesta incorrecta, se busca la respuesta creativa. Exámenes como las pruebas de bachillerato deben ser sustituidos por un control de calidad a lo largo del proceso, basado en los mismos criterios con que se construye el aprendizaje. Quien aprende para un examen rápidamente olvida la materia.

La información se convierte en conocimiento a través de la experiencia, de la práctica, no a través de la memorización. El sistema de evaluación actual tiende a enmarcar el proceso como un todo y la propia evaluación resulta ser lo más importante. Y es lo que más consume el tiempo de los educadores y lo que más genera estrés en el proceso.

Una educación holística o transpersonal no tiene por qué ser menos demandante. La diferencia estriba en que la evolución del aprendiente busca mecanismos múltiples, interrelacionados. Por ejemplo, las pruebas en equipo se parecen más a las retos de la vida cotidiana. En el sistema actual, se plantea el problema, se dan los datos y el estudiante resuelve. En la vida, lo primero que debe descubrirse es el problema mismo, luego buscar los datos, someterlos a valoración crítica, hacer los cálculos o el análisis crítico, para obtener luego los resultados. La vida anda lejos de ser mecánica y la cantidad de trastornos psicológicos, la paranoia, las adicciones y la frustración surgen, entre otras cosas, como producto de intentar forzar la realidad de acuerdo con una epistemología incapaz de describirla.

Otros temas

Quedan por fuera una gran cantidad de temas de una gran importancia como la nueva administración educativa, el verdadero significado de una necesaria descentralización, la puesta en marcha de la sociedad aprendiente, la educación técnica, la educación universitaria, los educadores ante el cambio y otros más. Sin embargo, la formación de los educadores es un punto crucial que merece más atención.

Buena parte de los resultados y las frustraciones del actual sistema brotan desde la formación profesional en las universidades. Con solo percibir el aire conventual que predomina en algunas de estas facultades es suficiente para comprender lo que pasa. El énfasis en la utilización de instrumentos didácticos convencionales, el reduccionismo en la cosmovisión, el conservadurismo filosófico, la visión del educador como una figura de autoridad con poder para premiar y castigar, la separación con los aprendientes, la verticalidad del sistema y muchos otros aspectos más, hacen muy difícil que los educadores se inclinen por cambios más profundos. Cuando mucho, apenas se oye hablar de ideas para mejorar el trabajo en el aula. Jamás cuestionar la esencia de un sistema de por sí enajenante y formador de seres mecánicos, acríticos, egoístas, timoratos y maestros de la apariencia.

Estos rasgos perfilan al ser humano de esta arrogante y decadente era que muestra ya los signos de su desfallecimiento con la crisis mundial multifacética, la cual, describe tanto el fracaso de las ideologías del materialismo mecanicista, como la calidad del ser humano que imprime su alienación en el mundo que estamos viviendo.

La formación y el papel de los educadores para este nuevo mundo educativo es algo esencial, una variable crítica. Como no creo que el cambio lo vayan a iniciar quienes hoy dirigen el sistema o los responsables de la formación de docentes, pienso que este no será un proceso lineal, lógico. Empezarán a aparecer los precursores, individuales e institucionales. Para quienes ven la necesidad de reforma profunda o de revolución en el campo político, conviene tener presente que nada ocurrirá porque alguien lo decrete sino se ha producido en la conciencia colectiva. El proceso ya ha arrancado en diversas partes del mundo. Pronto lo veremos tan natural como si lo hubiéramos tenido todo el tiempo. Y ese será el instante en que habremos de empezar, como ya se dijo en un doloroso instante, a recorrer el camino por las grandes avenidas donde transite el ser humano libre.

COMO CREAR UNA NUEVA ESFERA PUBLICA: ALGUNAS REFLEXIONES

Como crear una nueva Esfera Pública: algunas Reflexiones
Claudio Vasquez L

Si revisamos las encuestas realizadas en los últimos cinco años veremos que los chilenos estamos llenos de temores: Perder el empleo, una vejez sin protección social, la delincuencia, los emigrantes del Cono Sur, no tener acceso a una educación digna para nuestros hijos, etc. Las parejas jóvenes no se atreven a tener hijos por causa de los miedos que acosan a nuestra sociedad.

El miedo en Chile tiene dos componentes: por un lado, miedo concreto a perder el trabajo, y por el otro, el miedo más general que es expresión de la precariedad con que enfrentamos esta sociedad global.

Hoy el mundo es fuente de peligro: El calentamiento global, la crisis de los carburantes, son ejemplos de situaciones que no manejamos y que inciden profundamente en nuestras vidas.

Paolo Virno, filosofo italiano, dice que el miedo por un motivo determinado (perder el trabajo) era algo socialmente gobernable y que ahora, en cambio, en la globalización las dos cosas son una sola: es decir, cuando siento un miedo por un peligro concreto siento también mi precariedad y la del mundo como tal.

El Estado ha perdido su capacidad de ser un Estado Nacional que cobija a todos los hijos de “la Nación” y hoy en la medida que la economía se mundializa, se globaliza, muestra sus profundas disfuncionalidades.

Jurgen Habermas, en su Teoría de la Acción Comunicativa, describe como el tipo de organización social y económica que se basaba en el intervencionismo estatal en la economía, la democracia de masas, el Estado de bienestar social, que caracterizó las sociedades occidentales de posguerra, se ha venido al suelo con la globalización y con ello la organización del “Estado Social” que neutralizaba los conflictos sociales.

El proceso arriba descrito repercute con fuerza inusitada en “países localizados” como el nuestro. Ser local en un mundo globalizado, nos dice Zigmunt Bauman, es señal de penurias y degradación social. En efecto, las elites de los globalizadotes son extraterritoriales y abarcan todas las esferas de la producción de ideas, valores y mercancías. Mientras el capital fluye libremente a nivel global, la política sigue siendo local.

En Chile, este proceso hace emerger un nuevo modo de ser en la esfera pública que se caracteriza por el hecho que el Estado se volvió obsoleto, inadecuado.Esto produce inequidades y pérdida de confianza de la ciudadanía en la democracia y sus instituciones. Ya no basta con votar, porque al final de cuentas los políticos hacen lo que quieren y no lo que el voto popular los obliga (caso Transantiago). El ciudadano en sociedades periféricas como la chilena actual no cuenta.

¿Qué hacer ante esta situación? A mi juicio, el único camino es permitir que los ciudadanos expresen sus singularidades a través de organizaciones propias. El movimiento pingüino es un ejemplo paradigmático de este proceso nuevo y están emergiendo otros movimientos sociales, al margen y en contradicción con la esfera estatal. Pareciera ser que estamos ante un fenómeno de democracia no representativa, que se abrirá camino con o sin la anuencia de los partidos políticos.

Los partidos políticos hoy por hoy no son fuente de cambio social: por el contrario, en muchos casos lo limitan.

El nuevo estilo ciudadano impulsado por la Presidenta Bachelet ha descolocado a la clase política nacional. No lo entiende y por eso se equivoca al interpretar las señales de rebeldía de la gente, cuando justamente es este nuevo estilo el que alimenta las bases de la nueva sociedad.

Con Michelle Bachelet hemos iniciado una nueva época ciudadana, que se caracteriza por la exigencia de más participación y la búsqueda de nuevos canales de expresión.

Si no entendemos que la sociedad globalizada del futuro esta llena de inestabilidad y precariedades, estamos dando palos de ciego. Lo que necesitamos es más y mejor educación, seres humanos más comunicados, informados y por lo tanto más socializados.

El futuro puede “estar lleno de promesas pero también de terrores” nos dice Virno. Para él, la idea de futuro no está garantizada por la idea de progreso y por eso hay tanto miedo a lo que viene. Por lo mismo, nos dice, hay que intentar hacer algo nuevo aquí y ahora.

Finalmente, permítaseme una breve disquisición sobre el tema de la felicidad:

Aristóteles, discípulo de Platón, le asignó gran importancia al estudio de la felicidad. Para el filósofo, el bien más elevado o bien supremo es la felicidad y por ello todos los hombres se proponen alcanzarla. Para él la felicidad consistía, entre otras cosas, en la posesión de la sabiduría. En todo caso, según el filósofo, la tarea de los seres humanos es el supremo bien, que sólo se alcanza a través de la política.

Más tarde en el tiempo, en el siglo XVIII, el filósofo ingles Jeremy Bentham sostenía que la mejor sociedad es aquella en la que sus ciudadanos son más felices. En ética y moral (en el ámbito privado), tanto para Aristóteles como para Bentham, la acción mejor será aquella que otorgue felicidad a un mayor numero de personas. En relación a lo anteriorm el economista Richard Layard, en su libro “La Felicidad”, nos dice “que este es el máximo principio de la felicidad: fundamentalmente igualitario, porque la felicidad de todos cuenta por igual; y también fundamentalmente humano, porque sostiene que en última instancia lo que importa es lo que sientan las personas”.

Algunos piensan que la felicidad es un bien privado. En efecto, así lo cree también el filosofo Thomas Hobbes -citado por Layard- cuando propone que deberíamos pensar en los problemas humanos considerando a los hombres ”como si acabaran de brotar de la tierra y, de repente (al igual que los champiñones), llegaran a la total madurez, sin ningún vinculo entre ellos”.

Yo en cambio la pienso como un bien colectivo: así como la política es una necesidad que no podemos eludir para la vida humana, tanto individual como social, la felicidad es algo relacionado con mi mente y la de otros, por lo tanto es una mente pública. Hannah Arendt habla de felicidad pública, para expresar de lo que se trata es “asegurar a muchos el sustento y un mínimo de felicidad”. Esto en contraposición a la antigüedad, cuando unos pocos se ocupaban de la filosofía (política) en desmedro de la gran mayoría. El ser humano, como nos dice Arendt, no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros.

Encuestas realizadas este año en Europa Occidental sobre los factores que influyen en la felicidad humana nos muestran que el amor es el “bien supremo”, seguido por vivir en familia, la salud, el trabajo, la sociedad y el dinero: todos ellos son factores que contribuyen a la felicidad humana. Como podemos ver, a pesar de todo, el dinero y el consumo no han matado al ser social.

La política debe concurrir a este propósito. Desgraciadamente, en buena parte del mundo actual el accionar político tradicional genera precisamente el efecto opuesto: profunda infelicidad, incertidumbre y desesperanza en las personas.



Santiago, 29 de Noviembre 2007

NUEVO GOBIERNO: NUEVOS LIDERAZGOS

Nuevo Gobierno: nuevos Liderazgos


No deja de ser paradójico que en los momentos que al país le iba mejor en términos de disponibilidad de recursos financieros, producto de los altos precios internacionales del cobre, se haya dado un escenario político en que la coalición del gobierno anterior entró en una situación crítica afectando la confianza de la gente en el gobierno y en la capacidad que tendría para seguir dando gobernabilidad al país. La pregunta que debemos hacernos es por qué se dio esta situación, cuando todo indicaba que las posibilidades de desarrollar políticas públicas efectivas y financiadas estaban dadas.

La primera reflexión que se viene a la mente es que la crisis no proviene de causas económicas sino que de una débil capacidad de gestión política que nos llevó a la derrota electoral. Sin embargo, ésta es una parte de la explicación que podemos dar, ya que con el mismo tipo de razonamiento debemos preguntarnos qué permitió que los gobiernos anteriores de la Concertación fueran exitosos. Para sustentar este contraste, es necesario identificar en qué se falló.

Es un hecho ampliamente compartido que a pesar de los traspiés iniciales, el gobierno estaba funcionando a la altura de las expectativas de la gente. Así lo reflejan las encuestas en que se ve un progresivo apoyo al gobierno y a la Presidenta Bachelet y una preocupante declinación en el apoyo a la gestión de los partidos integrantes de la coalición gubernamental. Esto tiene como consecuencia la baja en la evaluación que se hace en la sociedad de los partidos políticos y asociado a ello, del Poder Legislativo, así como del Poder Judicial. Lo anterior se enmarca en una permanente caída en la evaluación de los ciudadanos, de las bondades del sistema democrático.

Los pensadores de la Antigüedad Clásica identificaron claramente el papel que la política jugaba en el desarrollo de las sociedades. Éste estaba vinculado a la generación de bienestar colectivo, sin que se percibiera una contradicción entre este tipo de bienestar y el privado. Por el contrario, el bienestar colectivo era condición necesaria para el bienestar privado. En otros términos, la política como actividad nació como una manera de generar una convivencia humana fundada en el respeto por cada uno de los integrantes de la sociedad y en la idea de que el bien común o bienestar colectivo era el único objetivo que la política podía perseguir. Para aquellos regímenes que no actuaban políticamente, el pensamiento clásico los diferenció con otros términos y los calificó como formas degradadas de gobernabilidad. Los llamó tiranías o despotismos, cuando quien los encabezaba era una persona y oligarquías, cuando la cabeza estaba a cargo de un grupo. Su rasgo común es que el gobierno de una comunidad se ha convertido en un negocio para él o los gobernantes. Ambos conceptos siguen plenamente vigentes en la actualidad.

Por su función, la política era percibida como una actividad honorable y de servicio público. Esta percepción existió en el país en un alto grado hasta el golpe militar y durante la dictadura la política fue vista como el ámbito desde el cual Chile recuperaría la democracia. Esto se manifestó con fuerza en la participación que tuvieron los jóvenes en el plebiscito y en la primera elección democrática de presidente de la república, la que se extendió a la elección del segundo presidente democrático. Lo anterior puede explicarse porque una mayoría sustancial de ciudadanos creía fuertemente en la democracia.

Hoy la situación es muy diferente, ya que la confianza en la democracia se ha minado, como también ha ido adquiriendo fuerza una visión descalificadora de la política y los políticos, arrastrando por ende a los partidos en ella, la que se expresa con mayor fuerza precisamente en las generaciones jóvenes, es decir, en quienes tienen en sus manos el futuro del país. Causa extrañeza que, más allá de la preocupación manifestada por este hecho en algunos miembros de la élite política nacional, el fenómeno no sea percibido como un problema serio por la mayoría de ésta, dado que este fenómeno debería generar un cambio profundo en el rol que dicha élite está hoy desempeñando. En efecto, los bajísimos niveles de confianza en los partidos y el Parlamento que detectan las encuestas, expresan un rechazo a lo que hacen los políticos con sus cargos y, además, al estilo que utilizan en el desempeño de su función.

Si lo anterior se observa desde la perspectiva de los jóvenes, y teniendo presente lo recientemente dicho sobre su proyección temporal hacia el futuro, quiere decir entonces que la élite política nacional está desempeñando un rol ajeno al futuro de la nación, lo que se explica por carecer de un proyecto de país, es decir, de una propuesta que trascienda los estrechos horizontes temporales de sus intereses particulares –entendiendo por tales los proyectos políticos personales o partidarios- y de los grupos que les proporcionan el apoyo requerido para seguir en la expectante posición de élite. La Concertación le planteó al país un proyecto nacional que le permitió ganar dos elecciones presidenciales (Aylwin y Frei) con el apoyo de sus propias fuerzas políticas, sin necesidad de recurrir al apoyo de fuerzas políticas extraconcertacionistas. Sin embargo, este proyecto de país se fue desactualizando por diferentes razones, a tal extremo que los siguientes triunfos presidenciales fueron posibles gracias a la contribución de fuerzas no concertacionistas que siendo adversarios de la misma, optaron por apoyar a la coalición como el mal menor, frente a la derecha.

El sistema electoral binominal es un factor contribuyente a la situación descrita, por cuanto ha permitido la existencia de un sistema político que permite a uno de sus actores más relevantes, la elite dirigente, poder actuar con una gran autonomía con respecto a los ciudadanos, quienes se han convertido en meros ratificadores de decisiones que adoptan dichas cúpulas en relación con la nominación de los candidatos a integrantes de órganos de elección popular. Con ello, un elegido puede perpetuarse en su cargo, ya que los ciudadanos no tienen alternativas útiles, esto es, que sean expresión del cambio de sus expectativas y preferencias. En tales circunstancias, el resultado tiene como efecto la oligarquización de una parte importante de la elite dirigente en todas las corrientes de opinión, progresistas o conservadoras, que en su condición de tal privilegia intereses particulares y corporativos por sobre el interés público, como lo señalábamos recientemente. En otros términos, el sistema binominal es un factor que promueve la corrupción, ya que eso define a una situación oligárquica.

Lo anteriormente expuesto puede explicar la presencia de una cierta aversión al riesgo que aparece en gran parte de los círculos gobernantes del régimen pasado y entre parte significativa de los dirigentes partidarios. Un ejemplo paradigmático de esto es que desde la aparición reciente y contestataria de MEO en el escenario político nacional, la incertidumbre se posiciona en el liderazgo que se pretendía ejercer, pues sus planteamientos son percibidos como una amenaza.

La situación descrita creó un inmovilismo en el Gobierno y en las cúpulas dirigentes de los partidos concertacionistas. Esto se tradujo en una falta de liderazgo para enfrentar los grandes problemas y desafíos que el país debía encarar. Ante temas tan importantes para el futuro del país, como son la educación, redistribución del ingreso y los consecuentes impuestos a los mas ricos, la energía, el cambio climático y sus graves consecuencias, la salud pública, el desarrollo del país, la entrada en la sociedad del conocimiento, la globalización, la desigualdad, los graves problemas éticos, etc., se percibe una indolencia en parte de los sectores dirigentes para enfrentarlos, lo que ha llevado a muchos a ver en esa actitud un acto de irresponsabilidad, negligencia, incompetencia o simplemente falta de inteligencia.

En este escenario, se escuchan voces dentro de los partidos concertacionistas que dan por perdido el próximo Gobierno y por lo tanto apuntan a lo que ellos llaman “atrincherarse” en cargos de elección popular y con ello sobrevivir la crisis de los partidos que no contarán, por lo menos durante cuatro años, con el respaldo que da la administración del aparato estatal. Atrincherarse es también una forma de inmovilismo y de desgaste, porque todo queda reducido a la ingeniería electoral para quedar posesionado con la mayor cantidad de cupos elegibles posibles. Por lo anteriormente expuesto es posible concluir que no importaba el candidato que encabezara la coalición gobernante: Piñera ganaría si o si. En todo caso, esta derecha tenia a su favor que gracias a los errores nuestros, sectores que apoyaban a la Concertación trabajaron para que ganara el candidato de la derecha. Por lo tanto, las barreras que separaban a la centroizquierda de la derecha se corrieran a favor de esta última

El desconcierto tras la derrota electoral ha creado una cierta forma de desgobierno en lo que es hoy la oposición y se expresa en la falta de liderazgo a todos los niveles, lo que ha permitido a la derecha aprovecharse de este vacío y tratar de llenarlo con meras promesas de solución, que no permiten una evaluación seria, ya que carecen de contenido. No obstante, han logrado mellar el prestigio de la “nuevas” cúpulas de la coalición concertacionista de tal forma que aparece peor evaluada que los partidos de derecha.

Ante este panorama, los dirigentes concertacionistas no han asumido una postura que obligue al gobierno a dar cuenta de las medidas y políticas que permitirían encarar los temas señalados, salvo en algunas de las materias puntuales vinculadas al terremoto.

En el escenario recién descrito, cabe preguntarse qué camino se debe seguir para enfrentar la delicada situación de desgaste y desesperanza, no solo de los militantes concertacionistas, sino también de las bases de apoyo que ésta tiene y cuya tendencia ha sido de pasividad. Debe señalarse que muchos han sido hasta hace poco fuerzas dinámicas de la Concertación. La pregunta sobre qué debemos hacer es la relativa a las razones que motivaban a estos sectores a participar. Una respuesta es que el llamado original de la Concertación a la sociedad chilena fue por la liberación del país de una oprobiosa y cruel dictadura: Esta fue una tarea épica. Habiendo concluida esta tarea, ¿qué otras tareas épicas quedan? Muchos creen que lo épico es lo grandioso y especial, propio de héroes o seres superiores. Sin embargo, de lo que se trata es de un esfuerzo colectivo al alcance de la gente común. No se refiere a logros excepcionales, sino por el contrario ellos están al alcance de todos, pero son masivos e incluyentes de toda la sociedad que los adopta.

Muchos dirigentes concertacionistas ven los problemas que afectan a la coalición como generados en la pérdida de mística y del afecto societal. Sin embargo, este diagnóstico es incompleto y en muchos sentidos simplista. La mística está relacionada con tareas concretas, pero que son portadoras de cambios efectivos en la calidad de vida de la gente, que les permite acceder a un nivel de vida cualitativamente superior. Por eso fue tan demoledora para la Concertación la experiencia del Transantiago, porque se trató de una promesa en la cual la gente vio un cambio sustancial en su calidad de vida. Otro punto a recalcar es que fue una promesa violada de manera cruel, lo que necesariamente tiene efectos en la evaluación negativa de los políticos, ya que lo afectado fue la confianza pública. A esto se suma que el maltrato involucrado en el Transantiago es cotidiano.

El futuro liderazgo de la Concertación debe ser capaz de emprender las tareas épicas que los ciudadanos esperan y de recuperar la confianza perdida. Los partidos políticos atraviesan hoy por una situación de crisis tal, que les impide acompañar efectivamente a los liderazgos políticos que han surgido o puedan emerger para ese objetivo. Por lo tanto, el liderazgo que aparezca debe ser transversal a los partidos existentes e ir más allá de la Concertación. En otras palabras, debe ser un liderazgo inclusivo con un poder de convocatoria nacional, superior al que se tiene en la actualidad. Para alcanzar esta finalidad, el liderazgo que pretenda dirigir el país debe ser necesariamente contestatario, es decir, rompedor del status quo hoy existente. Pero no bastará solo con la enunciación de los problemas, sino que se requerirá un compromiso férreo con metas que impliquen logros medibles y efectivos.
Con la actual concertación no ganaremos ninguna elección. Yo creo que la Concertación ya cumplió una etapa. Digamos que para llevar a cabo sus promesas incumplidas basta con lo que está haciendo Piñera.
Si queremos ser serios en el análisis, tenemos que considerar que la sociedad chilena tiene problemas de fondo que ni este gobierno ni esta oposición ni el sistema político podrán resolver. Se necesitan nuevas fuerzas, nuevas constelaciones y nuevas caras (no necesariamente viejas y viejos chicos, que son más de lo mismo).

¿Pero que pasa con el actual gobierno? Todos los temas mencionados, más las secuelas del seísmo del 27 de Febrero requieren respuestas de gran envergadura, en otras palabras épicas y sistémicas, que necesitan la movilización de la mayoría del país, pues sus eventuales soluciones son eminentemente colectivas o de masas y adoptadas desde un enfoque sistémico, que exigen procesos de compromiso de una complejidad hasta ahora no reconocida por la dirigencia del país. Como son problemas multidimensionales, el único espacio que puede dar cuenta de esta característica es la política, y es precisamente esta dimensión la que ha ido perdiendo terreno y preeminencia, posicionándose en el Gobierno del Presidente Piñera una visión tecnocrática aún más profunda que el régimen anterior, con lo que se acentúa “la visión de túnel” inherente a los factores que considera, por su propia naturaleza, especializada.

Las normas de buen gobierno que tanto se habló y el respeto por los cargos elegidos por La Alta Dirección Pública se fueron al tacho de la basura democrática por necesidad del “equilibrio funcionario” de la coalición gobernante.

El problema de liderazgo de los ministros y altos cargos públicos surge como un elemento decisivo en momentos de crisis Este problema puede explicarse por el tipo de desafíos que está enfrentando el país, los que obligan a un tipo de liderazgo potente que esté a la altura de las exigencias que su solución requiere. En un régimen de tradición política presidencialista, el asunto es determinante porque las exigencias de liderazgo recaen en el Presidente de la República de forma casi exclusiva. Esta debilidad de los equipos ministeriales repercute necesaria y negativamente en las fuerzas políticas que lo acompañan, más allá de los problemas internos que éstas sufran.

Dentro de las habilidades que se presentaron como las más destacables y que han sido puestas de relevancia por el candidato Piñera, son las vinculadas a la gestión. Hasta ahora aparece él como el único que las poseería, debido a su exitosa trayectoria empresarial. Pero al resto de su equipo parece que el paso de la empresa privada al Gobierno les produjo olvido organizacional. Esto es grave, por cuanto la capacidad de gestión era uno de los temas emblemáticos en la campaña y que hoy es vista como una capacidad cada vez más valorada por la sociedad, mas hoy por los problemas vinculados al terremoto.

Otro elemento a considerar es que el Gobierno necesita que no se repita con ellos el papel obstruccionista que la derecha asumió con la Presidenta Bachelet, el cual se aparta de toda concepción y praxis democráticas. La tesis del desalojo la están aplicando con el estilo oligárquico-latifundista de las cúpulas políticas de la derecha en el gobierno

El peligro que enfrenta el Presidente Piñera es que la tendencia de sectores de su gobierno a ejercer una gestión sectaria y excluyente se profundice y se transforme en una trampa fatal para la convivencia nacional. Ayudar a disminuir el clima de confrontación que se está dando entre las fuerzas políticas Gobierno-oposición es perentorio y una obligación del Presidente, pues evitaría la posibilidad de que las condiciones para ello se siguieran reproduciendo.

La Concertación por su parte tiene que combinar las posiciones que asuma en apoyo a las leyes del gobierno por el terremoto con los intereses progresistas permanentes que representa. En efecto, apoyo a la reconstrucción y simultáneamente ruptura con el sistema de inequidades actualmente imperante.

CON LA LEY DE LA SELVA OTRA VEZ AD PORTAS

CON LA LEY DE LA SELVA OTRA VEZ AD PORTAS

Claudio Vásquez L. Dirigente del PPD

Una condición esencial para que opere una democracia moderna, es el derecho de los ciudadanos a estar bien informados de los actos y obras que lleva a cabo el gobierno elegido por ellos. Este derecho constituye, desde el punto de vista de un gobierno democrático, una obligación básica pues permite a quienes lo eligieron, poder evaluar fundadamente las acciones gubernamentales, y así en elecciones posteriores favorecer o rechazar a las fuerzas políticas que sustentan a los gobernantes de turno.

Sin embargo, no todos los sectores políticos nacionales han entendido lo que significa en una democracia esta dimensión del derecho a la información, como lo demuestra la reacción histérica que tuvieron los directivos políticos de la Alianza, ante el anuncio de la creación por el Gobierno, de un periódico de circulación semanal, destinado a mostrar las obras que se están realizando en beneficio del país. La interrogante que surge es por qué la coalición opositora actuó de esa manera. La respuesta es evidente. A la derecha opositora no le conviene que se difunda dicha obra, ya que la ve contraria a sus expectativas de ganar la presidencia del país, en las próximas elecciones. La derecha quiere continuar con la ley de la selva en lo que a información mediática se refiere, porque finalmente son ellos los ganadores netos en esta desigual contienda.

El senador y presidente de la UDI, Hernán Larrain, a propósito de las interpelaciones a los ministros, nos informa públicamente que “la idea es tener una o más interpelaciones al mes, no una cada seis meses”. Interpelemos, interpelemos, porque esta es la forma más simple de tener prensa adicta a diario, sin importar los contenidos. No les importa con ello banalizar las instituciones constitucionales, reduciéndolas a meras caricaturas, como sucedió en la época de Pinochet, práctica que, lógicamente, repetirán si ganaran las próximas elecciones presidenciales.

En otras palabras, la estrategia de la derecha consiste en mantener a la ciudadanía en un estado de desinformación sobre las obras que realiza el Gobierno de la Presidenta Bachelet, ya que ésta sería, a su juicio, la única estrategia que le permitiría aumenta sus probabilidades de ganar las próximas elecciones.

La desinformación es realizada mediante una estrategia que corre, hasta el momento, por tres avenidas. Por una parte, se han dedicado con ahínco, a través de los medios de comunicación que controlan, a no mostrar lo que el Gobierno hace y los beneficios que traerá para el bienestar colectivo. Sólo se recalcan los aspectos deficitarios de las obras o los conflictos que algunas inevitablemente traen consigo. Lógicamente que las soluciones a estos problemas no se informan con el mismo énfasis con que se publicitó la dificultad original. Por otra, no han escatimado esfuerzos para llenar las páginas de los medios que controlan, con hechos propios de la crónica roja, como si fuera lo único relevante que estuviera sucediendo en el país. Finalmente, han inundado los medios, especialmente la televisión, con programas farandulescos, de poca monta, vulgares hasta la saciedad, diseñados pensando en una audiencia afectada por profundos grados de retardo mental, de sexopatía, o de ambos.

Si es a través de la desinformación que se pretende derrotar a la Concertación, ello implica que la estrategia diseñada descansa en un acto inmoral, porque una de las formas que asume la violación del derecho a estar informado es la desinformación. Con ella se niega la condición de sujeto moral a la ciudadanía y se carcome peligrosamente la aún imperfecta institucionalidad democrática, que se ha logrado construir durante los gobiernos concertacionistas. Si proyectamos esta estrategia a lo que significaría el gobierno de la Alianza, no es aventurado concluir que para él la democracia tendría poco valor- o ninguno- lo que abriría un período de permanente zozobra institucional para Chile, con todas las consecuencias negativas que tal situación traería, tanto en el plano interno como internacional, ya que lo que ha reemplazado a los regímenes democráticos en la época actual son los despotismos, cuyo fundamento es el imperio de la ley del más fuerte.