Diario La Época, jueves 2 de diciembre de 1993
Un Tigre Sin Corazón
CLAUDIO VASQUEZ L.
Se ha generado una discusión sobre el tema de los valores distintivos del país y la amenaza de su supuesto abandono. Se detecta una cierta va¬guedad en la identificación de los supuestos responsables: el modernismo, el desarrollo, el consumismo, pero sobre todo determinadas ideologías "relativistas", que cuestionarían las verdades inmanen¬tes e inmutables. Sin decirse en forma explícita, se podría deducir que semejantes acusaciones son imputables a los sectores laicos del espacio político-partidario.
¡Es decir, una cruzada moral bien puede ir de la mano de determinadas aspiraciones electorales, sobre todo en período de campaña! Pero, aunque cuestionable éticamente, el sutil aprovechamiento electoral no es lo más importante.
De lo que a nuestro juicio se trata es de revisar hasta qué punto y desde dónde aparecen amenazados los tan mentados "valores patrios". Es legítimo que la política se preocupe de temas que trascienden lo meramente electoral, por un lado, y lo relativo a los intereses económicos de corto plazo, por otro. Es por lo demás una preocupación que debería existir siempre, al margen de las coyunturas.
Es innegable que basta una simple mirada para poder constatar una situación de crisis generalizada en diversos ámbitos de la sociedad. Esta crisis tiene relación con aspectos fundamentales de la vida espiritual y material de los chilenos.
El problema reside en sus orígenes. N o creemos que esta crisis pueda ser imputada a una carencia o a un abandono de determinados valores trascendentales e inmanentes. No, dicha explicación nos resulta demasiado abstracta e inasible.
Por ahí no va, pues, el problema. Si de valores se trata, hay que referirse a uno muy particular y que vemos crecientemente cuestionado: el de la solidaridad. Esta tiene muchos nombres y puede ligarse a muchas cosmovisiones o convicciones de fe: llamémosla como la llamemos, siempre estaremos hablando de lo mismo.
En medio del desarrollo conviven personas cuya dignidad se ve puesta a prueba a diario. Y no me refiero sólo a los mendigos, a los más pobres de los pobres. Si proyectamos las cosas, podríamos llegar a la conclusión de que este mundo de impetuoso desarrollo económico carece efectivamente de espíritu.
Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero esta falta de espíritu, que yo llamo simple¬mente falta de solidaridad, no se debe ni a ideologías foráneas o perversas, ni a "relativismos" ni "permisivismos" morales de tipo alguno. Se debe básicamente a un modelo de desarrollo sustentado en una competencia a ultranza, que aplasta la solidaridad y amenaza la convivencia.
No estamos demandando nada excepcional. Ningún experimento que pudiera cues¬tionar las bases del desarrollo alcanzado. Ninguna medida que atente contra los indi¬cadores macroeconómicos. Estamos pidien¬do simplemente la introducción de una verdadera y efectiva política social de mercado.
Claudio Vásquez Lazo fue encargado de nego¬cios de Chile en Centroamérica.
No comments:
Post a Comment