Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador
Según datos de la Asociación Chilena de Seguridad entre enero y
octubre de este año las licencias médicas
asociadas a enfermedades profesionales
de la salud mental suben y llegan al 48%. Estas cifras revelan un aumento
sostenido desde el 2011, cuando estas cifras por incapacidad laboral
representaban el 25% del total. Estas cifras entregadas por el coordinador
nacional de salud mental de la ya mencionada asociación al Diario La Tercera
las complementa con el dato que en los últimos 10 años las enfermedades de
origen mental han aumentado en un 82%.
El presidente del Colegio Médico,
Enrique Paris añade que las patologías asociadas a salud mental, van en alza.
Lo más importante, según Paris, es estudiar porque se produce este fenómeno,
¿están con sobrecarga de trabajo?, ¿están endeudados?, ¿no les gusta el trabajo?
Seguramente ustedes tendrán sus
preguntas del porqué las enfermedades mentales y el cáncer-por nombrar algunas-
han aumentado tanto en chile y en el resto del mundo. Y sin lugar a dudas las
respuestas serán múltiples y algunas nos
sorprenderán. Por el momento, trataremos de ubicarnos en el mundo de hoy: En el mundo del neoliberalismo donde el consumo es
el centro de la actividad desenfrenada de los individuos.
Según Zygmunt Bauman, en su libro “la
globalización, consecuencias humanas” entre los mecanismos del mercado que se
usan para aumentar la capacidad de
consumo están el que “jamás se debe dar
descanso al consumidor. Hay que mantenerlo despierto y alerta, exponerlo
constantemente a nuevas tentaciones para
que permanezca en un estado de
excitación perpetua; y más aún, de constante suspicacia y de insatisfacción permanente”. La “vida
nueva” que nos ha impuesto la globalización nos hace tener la ilusión que todos
podemos alcanzar la felicidad a través del mercado. Nos hace creer que somos
nosotros los que mandamos, que estamos ejercitando nuestro libre albedrío,
cuando en verdad somos prisioneros de lo que nos ofrece el mercado y punto.
A lo anterior tenemos que agregar que
en países como el nuestro, todos queremos ser consumidores, pero no todos están
en condiciones de llevar el estilo de vida que idealizan los mass media. En
sociedades estratificadas, como la nuestra, los menos pueden acceder al objeto
deseado y la mayoría morirá soñando lo imposible. Las fronteras que dividen a
los súper ricos y ricos de la gran masa de asalariados son cada día más solidas
e impenetrables.
En la lucha diaria por lograr escalar
en esta sociedad de consumo se nos va la vida. En efecto, en la búsqueda del
éxito perdemos el sentido de las cosas simples y caemos en la
desesperación y finalmente en la
depresión. Según el pensador y filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, los
seres humanos hemos optado por ser esclavos de nosotros mismos, explotarnos a sí
mismo hasta el colapso. De la coerción
externa del pasado hemos optado por autoexplotación voluntaria del presente:
Estamos en la sociedad del rendimiento, estamos en la sociedad del cansancio.
El escalar en esta sociedad
subdesarrollada con ínfulas de moderna crea seres desconectados unos de otros,
manipulados, obsesivos que buscan compulsivamente aferrarse a una forma de vida
que los transformará, en algún momento, en consumidores del producto soñado: En
esta lucha por sobrevivir al mercado, todos somos enemigos y luchamos por no
ser individuos desechados como excedentes del “proceso modernizador” del que al
fin y al cabo somos meros espectadores.
La modernidad a la chilena nos trae
eventos como los del metro y sus secuelas de inseguridad y miedo; Hospitales
que dan vergüenza, sin medicamentos, faltos de personal: No hay nada más
angustiante para un enfermo no saber si tendrá mañana el medicamento
imprescindible y la atención de un
especialista ; Una educación que impide la movilidad social de nuestros hijos y
perpetua las inequidades, que finalmente te transforma en un ser sin
esperanzas; Una constitución que hace
más pétrea la conducción oligárquica del
país, Y que te hace sentir que estas en una prisión sin defensa alguna para
salir; Una economía que permite los abusos y la acumulación desmedida de unos
pocos, que te transforma en un mendigo en una sociedad caritativa que da
caridad - sea por vías particulares o estatales- a los pobres, que te hace sentir que das lastima y te quita
la dignidad que necesitas para vivir.
La pobreza que vemos en vastos
sectores de nuestra sociedad es humillante y nos tendría que conmover, no para
dar limosnas sino para crear una sociedad donde el bienestar alcance a la
mayoría de la población.
Según datos de organismos
internacionales, Chile está entre los países de horarios de trabajo más
prolongado en el mundo civilizado. Largas jornadas de trabajo no justamente
remunerado son una de las causales de enfermedades de todo tipo que afectan a
nuestros ciudadanos. Si a esto agregamos las escandalosas desigualdades que afectan al corazón del
desarrollo sustentable de nuestra sociedad tenemos el coctel perfecto para una
nuda vida.
El Banco Central entregó cifras que marcan una baja de la
inversión de julio a septiembre en un
9,9%. Estamos entrando en un proceso de
desaceleración económica que podría prolongarse dado los procesos recesivos en
Europa, Japón, la desaceleración en China
y las crisis financieras que aún persisten de España y Grecia.
En general siempre las crisis las
pagan no los banqueros y especuladores de todo tipo sino la gran masa asalariada
y las pauperizadas capas medias: El régimen
neoliberal instrumentaliza radicalmente los estados de shock, prestando
dinero a través del Fondo Monetario Internacional y esos créditos los cobra- en palabras del
filosofo coreano- en almas humanas. El resultado, siempre será para la sociedad
afectada más desregulación, despidos, flexibilización laboral. En resumen,
explica Byung-Chul Han en una entrevista al diario El País de España “una
neoliberalización más dura. Y, al final, explica, estamos todos agotados y
deprimidos”.
Actualmente nos dice el pensador coreano,
debemos enfrentarnos a enfermedades neuronales que se derivan del actual estilo
de vida occidental. La explotación a la que el individuo se somete es peor que
la presión que la sociedad puede llegar a ejercer sobre él.
Estos fenómenos sociales producto de
la globalización y el neoliberalismo económico
descritos por los pensadores arriba nombrados nos podrían explicar de
alguna manera las preguntas que se hacía el Dr. Enrique Paris al inicio de este
artículo.
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