Friday, March 22, 2013

Mi mano izquierda



Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador

Discolodelapalabra.blogspot.com

 

Por un accidente domestico, me he quedado con dos dedos de mi mano derecha inutilizados por un tiempo. Las más elementales actividades manuales  como lavados dentales, afeitadas y otros menesteres propios y fáciles de mi mano derecha, son imposibles con mi izquierda.

Así como mi cuerpo necesita de mi mano derecha para ejecutar simples o complicadas tareas cuando se requiere, así necesita- creo yo- el país una “mano izquierda” que sea capaz  de estar a la altura de las necesidades que le impone el deber ser de la realidad política actual.

La pregunta que ustedes seguramente  se estarán haciendo en este momento, es de qué  izquierda habla este señor. Y tienen toda la razón en la duda que los invade, puesto que izquierdas hay varias y parece que el arco político chileno no por variopinto es muy diferente. En efecto, como diferencio a un  simpatizante de izquierda de uno de derecha;  a uno de renovación nacional  o udi de un demócrata cristiano, pepedeista, socialista, radical o meoísta, por nombrar algunos.

La pregunta anterior es muy difícil de responder si tomamos en cuenta que tipo de economía preconizan: Todos, o casi todos, aceptan la economía de libre mercado  y por lo tanto allí no está la diferencia.

Según el sociólogo ingles Anthony Gidden, estudios académicos, todo tipo de manuales, guías, trabajos terapéuticos  y exámenes de autoayuda contribuyen a la reflexión de de la modernidad, que además con las amplias referencias que se infieren de la investigación social y a las “guías prácticas para vivir”  nos permiten identificar los procesos materiales y sociales que de la modernidad derivan. En todo caso,” los estilos de vida“derivados de los proyectos de vida y que a su vez han sido confeccionados en la publicidad y otras fuentes favorecedoras del consumo de mercancías, se refiere únicamente a los propósitos de grupos o clases más opulentas, nos dice Giddens. Por lo tanto, los grupos más humildes se encontrarían excluidos de escoger el estilo de vida. En este sentido el mercado es cruel, como dijo un ex presidente chileno hace algunos años atrás.

Derivado de lo anterior, podríamos inferir- a lo mejor antojadizamente- que las elites gobernantes son las que pueden escoger “un estilo de vida” y de allí que el espacio de competencia, político-institucional, económico-.cultural, este limitado por ese reducido espacio que nos deja el libre mercado que no permite, sino cambios cosméticos, que no pongan en peligro el modelo.

En la economía gubernamental a inicios de los noventas como gobierno pregonamos Desarrollo con Equidad,  que no paso a ser más un eslogan distintivo de crecimiento, pero que no cambiaba el crecimiento desigual y las profundas inequidades derivadas, por no ir acompañada de una política de redistribución por la vía de una profunda reforma tributaria; Esta propuesta económico-social  se consolidó en los siguientes gobiernos concertacionista hasta nuestra derrota el 2010 en manos del candidato presidencial de la derecha.

La dicotomía entre igualdad y desigualdad, podría ser una diferenciación entre izquierda y derecha entendiendo que nosotros estaríamos por el igualitarismo y la derecha seria anti-igualitaria, claro y hay que reconocerlo, este es un juicio de valor que emitimos los izquierdistas.

Otra diferencia podrían ser  las ideologías que profesamos. La nuestra podría llamarse la “ideología del pluralismo”  y la derecha la “ideología del despotismo y autoritarismo que se basa en un Estado autoritario” según una de las descripciones diferenciadoras de Norberto Bobbio. Los modernos -aquí cabemos,  creo yo dadas las escasas diferencias en nuestro país, una parte de la derecha y casi toda la  izquierda -basados en asociaciones libres, y guardando las distancias existentes en este tema entre las tradiciones  social cristianas, del pensamiento socialista y liberal democrático; Todos abogamos por un Estado plural y no autoritario, nos dice Michelangelo Bovero en la “Introducción de la Teoría General de la Política” del citado Bobbio.

Ahora como no encuentro las grandes diferencias que nos separen, en el Chile preexistente, quiero remitirme a las promesas que no cumplimos y  a las promesas de campaña que aremos en el futuro cercano, para diferenciarnos de las de la derecha.

En el libro “El futuro de la democracia” Nolberto Bobbio, y refiriéndose al colapso de los regímenes comunistas y democracias populares  plantea la dicotomía, que se expresa entre democracia ideal y democracia real, en otras palabras entre lo que se había prometido y lo que se realizó efectivamente.

Aquí aparece otro tema importante y tiene que ver como con lo que hemos construido, determinamos lo posible de alcanzar, partiendo de la base que cualquier objetivo futuro ha de ser construido a partir de lo logrado al presente. El Presidente del Senado, nos llama a ponderar bien lo que queremos, para no estropear con imposibles el futuro gobierno concertacionista.

A primera vista, parecería que Max Weber le da la razón a Escalona, cuando el gran pensador y filósofo alemán nos dice “que no se puede enseñar a nadie qué debe hacer, sino únicamente lo que puede hacer”. Lo que se puede hacer es lo que se puede calcular como relación medio-fin; es el campo de la política como acción racional. Mediante ese criterio de racionalidad - nos dice  Nolbert  Lechner citando a Franz Hinkelammert- “el imperativo político es: Se debe hacer lo que se puede hacer (lo factible), lo que no se puede hacer (la utopía) tampoco se debe querer hacer”.

Pero Weber acepta, y no podía ser de otra manera, que una meta irracional se revele factible. Por ello no dejaremos de soñar que un  mundo nuevo es posible para nuestro país: Los cambios no se decretan, el futuro se construye sobre la base de sumar lo avanzado; la política implica también la utopía que debe construirse y somos todos nosotros los llamados a hacerla realidad.  Como dice  Lechner  “solo por referencia a un ideal imposible podemos delimitar lo posible”.

Todos sabemos que la realidad social la construyen los sujetos en una interacción que no está delimitada solo por razones de Estado, sino por intereses y valores comunes y que no está exenta de conflictos. Son estos valores los que dan significado al anhelo de”qué vida vale la pena ser vivida”.
Los movimientos sociales no reemplazan a los partidos políticos, en eso estoy de acuerdo con las recientes declaraciones de Enrique Correa en el evento de Icare, pero son imprescindibles  como elemento de cambio de nuestro anquilosado sistema político-institucional. Nuestro error en los noventas fue no haber ayudado y fortalecido los movimientos sociales autónomos y de eso me hago cargo como  antiguo dirigente concertacionista.

Volviendo al tema de la inutilidad momentánea de mi mano izquierda, que por cierto quiero que acelere la sanación con medicamentos y cuidados, porque la necesito. Del mismo modo, considero que la izquierda chilena tiene que regenerarse y contribuir así a la construcción de partidos políticos más democrático, que haga de la política un instrumento eficiente y diferenciador para los cambios que nuestro país necesita.

 La tarea de los partidos políticos progresistas es la de simultáneamente: Crear las bases del cambio estructural -de un Estado que muestra sus falencias hace rato- cuando dejó de ser inclusivo- y la formación de un nuevo referente político amplio, que incluya los anhelos de de los movimientos sociales y las aspiraciones de los más débiles.

En todo caso, la política es interacción  y relaciones sociales con amigos y adversarios. Esta tarea no es posible acometerla sin un fuerte liderazgo, que asuma los nuevos desafíos con el concurso de todas las fuerzas que componen el arco político chileno.

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