Claudio Vásquez Lazo
Ex Embajador
Ex Embajador
Discolodelapalabra.blogspot.com
Por un accidente domestico, me he quedado con dos dedos de mi
mano derecha inutilizados por un tiempo. Las más elementales actividades
manuales como lavados dentales,
afeitadas y otros menesteres propios y fáciles de mi mano derecha, son
imposibles con mi izquierda.
Así como mi cuerpo necesita de mi mano derecha para ejecutar
simples o complicadas tareas cuando se requiere, así necesita- creo yo- el país
una “mano izquierda” que sea capaz de
estar a la altura de las necesidades que le impone el deber ser de la realidad política
actual.
La pregunta que ustedes seguramente se estarán haciendo en este momento, es de qué
izquierda habla este señor. Y tienen
toda la razón en la duda que los invade, puesto que izquierdas hay varias y
parece que el arco político chileno no por variopinto es muy diferente. En
efecto, como diferencio a un simpatizante
de izquierda de uno de derecha; a uno de
renovación nacional o udi de un
demócrata cristiano, pepedeista, socialista, radical o meoísta, por nombrar
algunos.
La pregunta anterior es muy difícil de responder si tomamos
en cuenta que tipo de economía preconizan: Todos, o casi todos, aceptan la economía
de libre mercado y por lo tanto allí no
está la diferencia.
Según el sociólogo ingles Anthony Gidden, estudios académicos,
todo tipo de manuales, guías, trabajos terapéuticos y exámenes de autoayuda contribuyen a la
reflexión de de la modernidad, que además con las amplias referencias que se
infieren de la investigación social y a las “guías prácticas para vivir” nos permiten identificar los procesos
materiales y sociales que de la modernidad derivan. En todo caso,” los estilos
de vida“derivados de los proyectos de vida y que a su vez han sido
confeccionados en la publicidad y otras fuentes favorecedoras del consumo de mercancías,
se refiere únicamente a los propósitos de grupos o clases más opulentas, nos
dice Giddens. Por lo tanto, los grupos más humildes se encontrarían excluidos
de escoger el estilo de vida. En este sentido el mercado es cruel, como dijo un
ex presidente chileno hace algunos años atrás.
Derivado de lo anterior, podríamos inferir- a lo mejor
antojadizamente- que las elites gobernantes son las que pueden escoger “un
estilo de vida” y de allí que el espacio de competencia,
político-institucional, económico-.cultural, este limitado por ese reducido espacio
que nos deja el libre mercado que no permite, sino cambios cosméticos, que no
pongan en peligro el modelo.
En la economía gubernamental a inicios de los noventas como
gobierno pregonamos Desarrollo con Equidad, que no paso a ser más un eslogan distintivo de
crecimiento, pero que no cambiaba el crecimiento desigual y las profundas inequidades
derivadas, por no ir acompañada de una política de redistribución por la vía de
una profunda reforma tributaria; Esta propuesta económico-social se consolidó en los siguientes gobiernos
concertacionista hasta nuestra derrota el 2010 en manos del candidato
presidencial de la derecha.
La dicotomía entre igualdad y desigualdad, podría ser una
diferenciación entre izquierda y derecha entendiendo que nosotros estaríamos
por el igualitarismo y la derecha seria anti-igualitaria, claro y hay que reconocerlo,
este es un juicio de valor que emitimos los izquierdistas.
Otra diferencia podrían ser las ideologías que profesamos. La nuestra
podría llamarse la “ideología del pluralismo”
y la derecha la “ideología del despotismo y autoritarismo que se basa en
un Estado autoritario” según una de las descripciones diferenciadoras de
Norberto Bobbio. Los modernos -aquí cabemos, creo yo dadas las escasas diferencias en
nuestro país, una parte de la derecha y casi toda la izquierda -basados en asociaciones libres, y
guardando las distancias existentes en este tema entre las tradiciones social cristianas, del pensamiento socialista
y liberal democrático; Todos abogamos por un Estado plural y no autoritario,
nos dice Michelangelo Bovero en la “Introducción de la Teoría General de la Política”
del citado Bobbio.
Ahora como no encuentro las grandes diferencias que nos
separen, en el Chile preexistente, quiero remitirme a las promesas que no
cumplimos y a las promesas de campaña
que aremos en el futuro cercano, para diferenciarnos de las de la derecha.
En el libro “El futuro de la democracia” Nolberto Bobbio, y
refiriéndose al colapso de los regímenes comunistas y democracias
populares plantea la dicotomía, que se
expresa entre democracia ideal y democracia real, en otras palabras entre lo
que se había prometido y lo que se realizó efectivamente.
Aquí aparece otro tema importante y tiene que ver como con lo
que hemos construido, determinamos lo posible de alcanzar, partiendo de la base
que cualquier objetivo futuro ha de ser construido a partir de lo logrado al presente.
El Presidente del Senado, nos llama a ponderar bien lo que queremos, para no
estropear con imposibles el futuro gobierno concertacionista.
A primera vista, parecería que Max Weber le da la razón a Escalona,
cuando el gran pensador y filósofo alemán nos dice “que no se puede enseñar a
nadie qué debe hacer, sino únicamente lo que puede hacer”. Lo que se puede
hacer es lo que se puede calcular como relación medio-fin; es el campo de la
política como acción racional. Mediante ese criterio de racionalidad - nos dice
Nolbert
Lechner citando a Franz Hinkelammert- “el imperativo político es: Se debe hacer lo que se puede hacer (lo
factible), lo que no se puede hacer (la utopía) tampoco se debe querer hacer”.
Pero Weber acepta, y no podía ser de otra manera, que una
meta irracional se revele factible. Por ello no dejaremos de soñar que un mundo nuevo es posible para nuestro país: Los
cambios no se decretan, el futuro se construye sobre la base de sumar lo
avanzado; la política implica también la utopía que debe construirse y somos
todos nosotros los llamados a hacerla realidad.
Como dice Lechner “solo por referencia a un ideal imposible
podemos delimitar lo posible”.
Todos sabemos que la realidad social la construyen los
sujetos en una interacción que no está delimitada solo por razones de Estado,
sino por intereses y valores comunes y que no está exenta de conflictos. Son
estos valores los que dan significado al anhelo de”qué vida vale la pena ser
vivida”.
Los movimientos sociales no reemplazan a los partidos políticos, en eso estoy de acuerdo con las recientes declaraciones de Enrique Correa en el evento de Icare, pero son imprescindibles como elemento de cambio de nuestro anquilosado sistema político-institucional. Nuestro error en los noventas fue no haber ayudado y fortalecido los movimientos sociales autónomos y de eso me hago cargo como antiguo dirigente concertacionista.
Los movimientos sociales no reemplazan a los partidos políticos, en eso estoy de acuerdo con las recientes declaraciones de Enrique Correa en el evento de Icare, pero son imprescindibles como elemento de cambio de nuestro anquilosado sistema político-institucional. Nuestro error en los noventas fue no haber ayudado y fortalecido los movimientos sociales autónomos y de eso me hago cargo como antiguo dirigente concertacionista.
Volviendo al tema de la inutilidad momentánea de mi mano
izquierda, que por cierto quiero que acelere la sanación con medicamentos y
cuidados, porque la necesito. Del mismo modo, considero que la izquierda chilena tiene que regenerarse y contribuir así a la construcción de
partidos políticos más democrático, que haga de la política un instrumento
eficiente y diferenciador para los cambios que nuestro país necesita.
La tarea de los
partidos políticos progresistas es la de simultáneamente: Crear las bases del
cambio estructural -de un Estado que muestra sus falencias hace rato- cuando
dejó de ser inclusivo- y la formación de un nuevo referente político amplio,
que incluya los anhelos de de los movimientos sociales y las aspiraciones de
los más débiles.
En todo caso, la política es interacción y relaciones sociales con amigos y
adversarios. Esta tarea no es posible acometerla sin un fuerte liderazgo, que
asuma los nuevos desafíos con el concurso de todas las fuerzas que componen el
arco político chileno.
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